Ártículos Más Recientes

11:49 a.m.
Salmanasar, rey de Asiria, invadió todo el país, subió contra Samaría y la sitió durante tres años. En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria. Los estableció en Jalaj y sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media. Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había hecho subir del país de Egipto, librándolos del poder del Faraón, rey de Egipto, y porque habían venerado a otros dioses. Ellos imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas, y las que habían introducido los reyes de Israel. El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: "Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas". Pero ellos no escucharon, y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias. Fueron detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos, por ir detrás de las naciones que los rodeaban, aunque el Señor les había prohibido obrar como ellas. El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.

11:49 a.m.
¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho! Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros! Hiciste temblar la tierra, la agrietaste: repara sus grietas, porque se desmorona. Impusiste a tu pueblo una dura prueba, nos hiciste beber un vino embriagador. Tú, Señor, nos has rechazado y ya no sales con nuestro ejército. Danos tu ayuda contra el adversario, porque es inútil el auxilio de los hombres.

11:49 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

11:49 a.m.
     He oído a algunos hablar mal de su prójimo, y les he reprendido. Para defenderse, estos obradores de mal han contestado: «¡Es por caridad y solicitud hacia ellos que hablamos así!». Pero yo les he contestado: Dejad de practicar semejante caridad, puesto que si no lo hacéis acusáis de mentiroso a aquel que ha dicho: «al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar... no los soportaré» (Sl 100,5). Si le amas, tal como dices, ora en secreto por él y no te burles de este hombre. Es esta la manera de amar que agrada al Señor; no pierdas esto de vista, y vigilarás cuidadosamente para no juzgar a los pecadores. Judas fue uno de los apóstoles y el ladrón formo parte de los malhechores, pero ¡qué cambio tan sorprendente en un instante!... Al que te habla mal de su prójimo, respóndele: «¡Párate, hermano! Yo mismo caigo cada día en faltas más graves; siendo así, ¿cómo podré condenar a éste?» Así sacarás un doble provecho: te curarás a ti mismo y curarás a tu prójimo. No juzgar es un atajo que lleva al perdón de los pecados si es verdadera esta palabra: «No juzguéis y no seréis juzgados»... Algunos han cometido graves faltas a la vista de todos, pero en secreto han hecho grandes actos de virtud. Así es que sus detractores se han equivocado pues no han sabido ver más que la humareda y no han visto al sol... Los censores apresurados y severos caen en esta ilusión porque no conservan el recuerdo y la preocupación constante de sus propios pecados... Juzgar a los demás es usurpar sin vergüenza una prerrogativa divina; condenarlos, es arruinar nuestra propia alma... De la misma manera que un buen vendimiador come los racimos maduros y no coge los que están verdes, igualmente, un espíritu benevolente y sensato se fija cuidadosamente en todas las virtudes que ve en los demás; pero es insensato el que escruta las faltas y deficiencias.

1:32 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

image

🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸
             ”Verbum Spei”
     ”Palabra de Esperanza”
  
🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹
12° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Lucas 9, 18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado”.
Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.

Reflexión:
¿Quién es Jesucristo para mí? Jesús tiene conciencia de su dignidad y de su misión, sabe quién es y lo que ha venido a hacer en el mundo. La gente está dividida en sus opiniones respecto a Jesús: unos dicen que es el Bautista revivido, otros que Elías o alguno de los antiguos profetas. Jesús interpela directamente, personalmente, a los suyos, a los que ha elegido y reunido en torno a su persona. La fe es una respuesta personal al misterio de Cristo que nos interroga. Es una profesión de fe de más alcance que la expresada por la gente. Jesús no es un mero profeta; es mucho más. Es el Mesías largamente esperado. Esta misma pregunta nos la hace Jesús a cada uno de nosotros: ¿Y tú, quién dices que soy yo? No se trata de contestar con palabras bonitas aprendidas del catecismo, se trata de responder con la vida. ¿En tu comportamiento en el trabajo, en casa, en la vida pública, tienes presente lo que Jesús espera de ti? ¿Estás dispuesto a seguir a Jesús? Si tienes este propósito, no te equivocarás, pues aunque aparentemente pierdas tu vida, encontrarás la vida de verdad, la que Él te ofrece.
La suerte que Jesús está dispuesto a correr entregando su vida hasta la muerte de cruz, es elevada a norma de conducta de cuantos quieran seguirle como discípulos. Sólo así puede llegar a la gloria de la resurrección, sólo así resucitarán con él los que creen en él.

Oración:
Señor Jesús, te confieso como mi Dios y mi Salvador. Deseo vivir tu Palabra y convertirla en un camino de vida para que me haga ver el proyecto que tienes preparado para mí. Amén.

Acción:
Procuraré, una hora de silencio mientras leo pausadamente desde el Salmo 80 hasta el 100, ofreciendo ese acto en reparación contra toda ofensa y destrucción a símbolos religiosos e Iglesias.
🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸
          ”Nuntium Verbi Dei”
”Mensaje de la palabra de Dios”
🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹

image


Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.