Ártículos Más Recientes

11:36 a.m.
Después de la muerte de Iehoiadá, los jefes de Judá fueron a postrarse delante del rey, y este se dejó llevar por sus palabras. Entonces abandonaron la Casa del Señor, el Dios de sus padres, y rindieron culto a los postes sagrados y a los ídolos. Por este pecado, se desató la indignación del Señor contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas que dieron testimonio contra ellos, para que se convirtieran al Señor, pero no quisieron escucharlos. El espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo del sacerdote Iehoiadá, y este se presentó delante del pueblo y les dijo: "Así habla Dios: ¿Por qué quebrantan los mandamientos del Señor? Así no conseguirán nada. ¡Por haber abandonado al Señor, él los abandonará a ustedes!". Ellos se confabularon contra él, y por orden del rey lo apedrearon en el atrio de la Casa del Señor. El rey Joás no se acordó de la fidelidad que le había profesado Iehoiadá, padre de Zacarías, e hizo matar a su hijo, el cual exclamó al morir: "¡Que el Señor vea esto y les pida cuenta!". Al comenzar el año, el ejército de los arameos subió a combatir contra Joás. Invadieron Judá y Jerusalén, ejecutaron a todos los jefes que había en el pueblo, y enviaron el botín al rey de Damasco. Aunque el ejército de Arám había venido con pocos hombres, el Señor entregó en sus manos a un ejército mucho más numeroso, por haberlo abandonado a él, el Dios de sus padres. De esta manera, los arameos hicieron justicia con Joás, y cuando se fueron, lo dejaron gravemente enfermo. Sus servidores tramaron una conspiración contra él para vengar la sangre del hijo del sacerdote Iehoiadá, y lo mataron cuando estaba en su lecho. Así murió, y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el sepulcro de los reyes.

11:36 a.m.
Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones.» Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. le daré una descendencia eterna y un trono duradero como el cielo. Si sus hijos abandonan mi enseñanza y no proceden de acuerdo con mis juicios; si profanan mis preceptos y no observan mis mandamientos. Castigaré sus rebeldías con la vara y sus culpas, con el látigo. Pero a él no le retiraré mi amor ni desmentiré mi fidelidad.

11:36 a.m.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.

11:36 a.m.
«Buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura»... Se dice, pues, que hay que buscar el reino de Dios. «Buscad», no es más que una palabra, pero me parece que dice muchas cosas. Quiere decir... trabajar incesantemente para el reino de Dios y no permanecer en un estado flojo y parado, poner atención al interior para que esté bien regulado, pero no al exterior para divertirse... Buscar a Dios en vosotros, porque san Agustín confiesa que mientras le buscó fuera de él, no le encontró. Buscadle en vuestra alma que le es su agradable morada; es en ese fondo donde quedan establecidas todas las virtudes que sus siervos intentan practicar. La vida interior es necesaria, es preciso tender a ella; si la descuidamos, faltamos a todo... Busquemos ser personas de interioridad... Busquemos la gloria de Dios, busquemos el reino de Jesucristo... «Pero [me diréis], hay tantas cosas que hacer, tantos trabajos en casa, tantos lugares de trabajo en la ciudad, en el campo... hay trabajo en todas partes; ¿es preciso pues dejarlo todo tal cual está para no pensar sino en Dios?» No, sino que es necesario santificar esas ocupaciones buscando a Dios en ellas, y hacerlas más para encontrarle a él que para verlas hechas. Nuestro Señor quiere que, ante todo, busquemos su gloria, su reino, su justicia, y para ello quiere que construyamos nuestro capital, con la vida interior, con la fe, con la confianza, con el amor, con ejercicios religiosos..., con trabajos y sufrimientos, a la vista de Dios, nuestro soberano Señor... Una vez establecidos en esa búsqueda de la gloria de Dios, podemos estar seguros de que el resto vendrá por sí solo.

1:32 a.m.
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             ”Verbum Spei”
     ”Palabra de Esperanza”
  
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 11° Viernes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”

Reflexión:
En este pasaje, Jesús nos da dos grandes enseñanzas, la primera sobre el riesgo de atesorar, lo cual desvía el corazón del hombre y con mucha facilidad lo aparta de Dios, y la segunda, sobre el uso de nuestros ojos, los cuales son la fuente de luz u oscuridad para el corazón. Ya que estamos siendo testigos de la invasión de pornografía en todos los ámbitos de nuestra vida, centremos hoy nuestra reflexión en esta última enseñanza.
Pensemos por un momento en la última revista que leímos, el comercial de Televisión y ni qué decir de la última película que vimos. Veremos que unas veces de manera discreta y otras abiertamente, nos encontramos temas sexuales; desde la chica que sale mostrando ropa interior, hasta escenas de tipo subliminal de alto contenido erótico. Quizás el más grave daño que ha hecho es que ahora lo consideramos “normal” y no nos damos cuenta de que eso ha hecho que la relación con el sexo opuesto se vea empañada e incluso, adulterada.
Nos damos cuenta, que aun para muchos hermanos, no es fácil ver al hombre o a la mujer tal como Dios los creó sino que en su mirada se esconde el efecto de lo que ha entrado por sus sentidos. Tengamos, pues, mucho cuidado de lo que vemos y de lo que leemos, pues de ello puede depender la felicidad de nuestra vida y principalmente, para los casados, su misma vida familiar. Tus ojos son la luz de tu alma, no permitas que se oscurezcan. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Padre de bondad, tú que estás fielemente al lado de tu iglesia para orientarnos mediante tu Espíritu Santo, haz que seamos dóciles a su inspiración para que, guiados por su fuerza, llevemos a cabo siempre tu voluntad y seamos dignos merecedores del reino de los cielos prometido por tu Hijo Jesucristo. Amén.

Acción:
Hoy estaré atento a las necesidades de mis hermanos para remediarlas con mi tiempo, mis bienes o mi solidaridad.
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          ”Nuntium Verbi Dei”
”Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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