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12:36 a.m.

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.  16 - 18
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Oración introductoria
Señor Jesús, ¡qué valioso es un corazón sincero! A ti te gustan los corazones sinceros, desinteresados. La recompensa que Tú das a los que obran con recta intención es muy grande. Tú que puedes ver el fondo de mi corazón, purifícalo desde dentro.

Petición
Jesús, abre mi alma, hazla más grande. Que no se quede en cosas egoístas, raquíticas, mezquinas. Enséñame a practicar el bien por amor a ti, y no para que me vean.

Meditación del Papa Francisco

En el pasaje de Mateo, Jesús relee las tres obras de piedad previstas en la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno. Y distingue el hecho externo del hecho interno, de ese llanto del corazón. A lo largo del tiempo estas prescripciones habían sido corroídas por la herrumbre del formalismo exterior o, incluso, se habían transformado en un signo de superioridad social. Jesús pone de relieve una tentación común en estas tres obras, que se puede resumir precisamente en la hipocresía (la nombra tres veces): “Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas… Cuando recen, no sean como los hipócritas a quienes les gusta rezar de pie para que los vea la gente… Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas”. Sepan, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de lágrimas.

Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto”. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).

Reflexión
No puedo hacer el bien sólo para que me vean. Necesito buscar la gloria de Dios cuando haga las cosas, ésta es la verdadera recompensa. Jesucristo lo dice bien claro: "no practiquéis la justicia delante de los hombres". La sinceridad de vida exige la pureza de intención. Ésta se consigue en la «intimidad con el Padre», es decir en la oración. Cuando realice actos, sea cuales sean, no puedo quedarme tan sólo con el premio de un buen pensamiento de parte de los demás; eso es actuar por vanidad. Sin embargo, cuando mi objetivo es glorificar a Dios con mi vida, mis obras recibirán "un premio en el cielo". Porque Él sí ve lo que los demás no ven: los sacrificios ocultos, el sufrimiento secreto, los trabajos que nadie -ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis hijos- ve. Estos son los actos que Dios premiará en la otra vida. De ahí brota la urgencia de vivir delante de Dios y no de los demás.

Propósito

En la siguiente actividad que haga, voy a decirle a Dios: “Señor, esto lo hago por amor a ti, no para que me vean”.

Diálogo con Cristo
¡Qué fácil busco mi propia gloria, Señor! Me preocupo por si los demás han notado mi esfuerzo, por lo que piensan de mí cuando hago las cosas. Señor, no quiero perder la recompensa que Tú dices. Quiero que Tú, que ves el interior de mi corazón, seas el que me premie, y no la opinión de los demás.

Jamás será pobre una casa caritativa. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna)

Preguntas o comentarios al autor   Benjamín Meza Reyes

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12:22 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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             ”Verbum Spei”
     ”Palabra de Esperanza”
  
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11° Miércoles Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Reflexión:
Ante estas palabras de Jesús, sería interesante el preguntarnos el motivo de nuestras acciones, ¿qué es lo que está detrás de nuestra caridad, de nuestro servicio? Y es que es triste que, dada la fragilidad de nuestra vida, muchas veces nos sintamos impulsados a servir o a hacer la caridad por motivos muy lejanos a la vida evangélica.
Muchas veces se sirve al patrón, al supervisor, a los propios padres, sólo por motivos de conveniencia, siempre buscando qué ventaja puede tener de mi acción. Muchas veces la caridad que hacemos a nuestros hermanos necesitados tiene un trasfondo egoísta o utilitarista que en nada se parece al que nos propone Jesús. Todas nuestras acciones, no sólo las espirituales, como las que nos propone el evangelio de hoy, deben tener como única motivación a Dios y el amor a los hermanos.
Cuando esto es una realidad, de ordinario se sirve con mucha discreción, pues lo importante no es que los otros lo vean, sino que nuestra acción verdaderamente ayude a los demás. Esto, si bien es una gracia, es también un ejercicio. Busquemos que nuestra caridad y servicio sean por amor, de manera que sólo Dios lo vea, pues de este modo nuestra recompensa nos la dará Dios y no los hombres. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, gracias por todos esos profetas que me has enviado a lo largo de mi vida, pues es por ellos que te conozco. Ahora no sólo quiero pedirte que los bendigas, sino que me ofrezco yo mismo para que me constituyas en uno; úsame como mejor te convenga, que mi corazón está dispuesto para hacer tu voluntad. Amén.

Acción:
Hoy voy a orar de manera específica para consagrar mis labios y que mi boca sea utilizada por Dios para anunciar su buena noticia; al mismo tiempo, cuidaré que de ella no salga palabra dañosa sino toda sea útil para edificar.
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          ”Nuntium Verbi Dei”
”Mensaje de la palabra de Dios”
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11:30 a.m.
Esto es lo que sucedió cuando el Señor arrebató a Elías y lo hizo subir al cielo en el torbellino. Elías y Eliseo partieron de Guilgal, Elías le dijo: "Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán". Pero Eliseo respondió: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Y se fueron los dos. Cincuenta hombres de la comunidad de profetas fueron y se pararon enfrente, a una cierta distancia, mientras los dos estaban de pie a la orilla del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó las aguas. Estas se dividieron hacia uno y otro lado, y así pasaron los dos por el suelo seco. Cuando cruzaban, Elías dijo a Eliseo: "Pide lo que quieres que haga por antes de que sea separado de tu lado". Eliseo respondió: "¡Ah, si pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu!". "¡No es nada fácil lo que pides!, dijo Elías; si me ves cuando yo sea separado de tu lado, lo obtendrás; de lo contrario, no será así". Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!". Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos. Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se detuvo al borde del Jordán. Después, con el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, pero estas no se dividieron. Entonces dijo: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?". El golpeó otra vez las aguas; estas se dividieron hacia uno y otro lado, y Eliseo cruzó.

11:30 a.m.
¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos. Tú los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras. Amen al Señor, todos sus fieles, porque él protege a los que son leales y castiga con severidad a los soberbios.

11:30 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

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