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2:05 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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8° Sábado Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Marcos 11, 27-33.

En aquel tiempo, llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?”.
Jesús les respondió: “Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?”.
Ellos se hacían este razonamiento: “Si contestamos: ‘Del cielo’, él nos dirá: ‘¿Por qué no creyeron en él?’.
¿Diremos entonces: “De los hombres’?”. Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: “No sabemos”. Y él les respondió: “Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas”.

Reflexión
Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos son hombres habían visto sus milagros, pero no pueden reconocerle. Mientras que todo el pueblo acude a Él y los enfermos vuelven curados. Y sin embargo, sus oídos están sordos, y la luz que a todos ilumina y sana, parece, en su caso, haberles cegado.
No reconocerán su poder, ni su autoridad, pero lo más grave es que tampoco verán su amor y su bondad. La razón la profetiza el mismo Jesús: diciendo ustedes no quieren venir a mí para tener vida. 
Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae. A los hombres nos cuesta reconocer el derecho que Dios tiene a ser el dueño de nuestras vidas y a meterse en nuestros asuntos. Como sucedía con los escribas, celosos de su propia autoridad, no permitimos a Jesús entrar en ciertos espacios de nuestra vida, sin darnos cuenta que con esta actitud impedimos al Señor su acción. Porque Él se adapta a nuestra libertad, y sólo puede hacernos más felices si renovamos nuestra fe, si acudimos a la oración humilde del que se siente necesitado, y si confiamos en que su gracia y poder divinos unidos a nuestras pobres fuerzas pueden lograr lo que deseamos de corazón.

Oración:
Señor Jesús, abre mi mente y, sobre todo mi corazón, para descubrir el tesoro de mi fe en tu Evangelio. Ayúdame a creer, aunque me duela, porque implique el que tenga que cambiar mi modo de pensar, mis ideas, donde me he acomodado para evadir toda exigencia. Amén.

Acción 
Reflexionar diariamente si mi oración de cada día me acerca al Padre y a Jesús.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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12:44 a.m.

Del santo Evangelio según san Marcos 11, 27-33
Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?» Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto.El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme». Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Oración introductoria
Rey y Señor mío, hoy renuevo mi fe en Ti. Creo y tengo la seguridad que, invocando tu Santo Espíritu, estarás hoy conmigo en mi oración. No permitas que me separe de Ti.

Petición
Sagrado Corazón de Jesús, hazme dócil a tus inspiraciones.

Meditación del Papa Francisco

Jesús nos hace misericordiosos hacia la gente, mientras quien tiene el corazón débil porque no está fundado en Jesucristo corre el riesgo de ser rígido en la disciplina exterior, pero hipócrita y oportunista dentro.

El Evangelio del día, en el que los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad hace sus obras, la pregunta demuestra el corazón hipócrita de esta gente. A ellos no les interesaba la verdad, buscaban solo sus intereses e iban según el viento: conviene ir por aquí, conviene ir por allí... eran veletas. Tenían un corazón sin consistencia. Y así negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien en las situaciones. […]

Este es el drama de la hipocresía de esta gente. Y Jesús no negociaba, pero su corazón de Hijo del Padre, estaba muy abierto a la gente, buscando caminos para ayudar. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 15 de diciembre de 2014, en Santa Marta).

Reflexión
Aquellos hombres habían visto sus milagros, pero no pueden reconocerle. Todo el pueblo acude a Él y los enfermos vuelven curados... Y sin embargo, sus oídos están sordos, y la luz que a todos ilumina y sana, parece, en su caso, haberles cegado.

No reconocerán su poder, ni su autoridad, pero lo más grave es que tampoco verán su amor y su bondad. La razón la profetiza el mismo Jesús: Vosotros no queréis venir a mí para tener vida. (...) Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae (Jn 5, 40.44). A los hombres nos cuesta reconocer el derecho que Dios tiene a ser el dueño de nuestras vidas y a meterse en nuestros asuntos. Como sucedía con los escribas, celosos de su propia autoridad, no permitimos a Jesús entrar en ciertas parcelas de nuestra vida, sin darnos cuenta que con esta actitud impedimos al Señor su acción. Porque Él se adapta a nuestra libertad, y sólo puede hacernos más felices si renovamos nuestra fe, si acudimos a la oración humilde del que se siente necesitado, y si confiamos en que su gracia y poder divinos unidos a nuestras pobres fuerzas pueden lograr lo que deseamos de corazón.

Propósito
Reflexionar diariamente si mi oración de cada día me acerca la Padre y a Jesús.

Diálogo con Cristo
Querido Jesús, abre mi mente y, sobre todo mi corazón, para descubrir el tesoro de mi fe en tu Evangelio. Ayúdame a creer, aunque me duela, porque implique el que tenga que cambiar mi modo de pensar, mis ideas, donde me he «acomodado» para evadir toda exigencia. Dame la fuerza para dejar atrás mis prejuicios e inseguridades. ¡Muéstrame el camino de tu amor!


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11:50 a.m.
En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna. Traten de convencer a los que tienen dudas, y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo. A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén.

11:50 a.m.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios.

11:50 a.m.
Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?". Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si contestamos: 'Del cielo', él nos dirá: '¿Por qué no creyeron en él?'. ¿Diremos entonces: "De los hombres'?". Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: "No sabemos". Y él les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas".

Hermanos Franciscanos

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