Ártículos Más Recientes

11:13 a.m.
Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.

11:13 a.m.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: Tu reino es reino por todos los siglos, y tu imperio por todas las edades. Fiel es el Señor en todas sus palabras y bondadoso en todas sus obras.

11:13 a.m.
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas". Y agregó: "Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito.

11:13 a.m.
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".

11:13 a.m.
Yo digo siempre que el amor comienza en la propia casa. Primero está vuestra familia, luego vuestra ciudad. Es fácil pretender amar a la gente que está muy lejos, pero mucho menos fácil, amar a los que conviven con nosotros muy estrechamente. Desconfío de los grandes proyectos impersonales, porque lo que cuenta realmente es cada persona. Para llegar a amar a alguien de verdad, uno se tiene que acercar de veras. Todo el mundo tiene necesidad de amor. Cada uno de nosotros necesita saber que significa algo para los demás y que tiene un valor inestimable a los ojos de Dios. Cristo dijo: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.” (Jn 15,12) También ha dicho: “...cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.” (Mt 25,40) Amamos a Cristo en cada pobre, y cada ser humano en el mundo es pobre en algún aspecto. Dijo: “Tuve hambre, y me disteis de comer... estaba desnudo y me vestisteis.” (Mt 25,35) Siempre recuerdo a mis hermanas y a nuestros hermanos que nuestra jornada está hecha de veinticuatro horas con Jesús.

12:45 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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4° Sábado Pascua
El Evangelio de hoy
Juan 14, 7-14

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Si me conocen a mí, conocen también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que les digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, créanlo por las obras. En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidan en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden algo en mi nombre, yo lo haré. 

Reflexión:
La invitación del Señor a encontrarse con Él se dirige a cada uno de nosotros, en cualquier lugar o situación en que nos encontremos. Basta «tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para cada uno. Todos somos pecadores, necesitados de ser purificados por el Señor. Pero basta dar un pequeño paso hacia Jesús para descubrir que Él nos espera siempre con los brazos abiertos, sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación, ocasión privilegiada para encontrar la misericordia divina que purifica y recrea nuestros corazones.
El Señor quiere encontrarse con cada nosotros, quiere dejarnos “ver” su rostro. Me preguntarán: “Pero, ¿cómo?”. También Santa Teresa de Ávila, desde pequeña decía a sus padres: “Quiero ver a Dios”. Después descubrió el camino de la oración, que describió como “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Por eso, les pregunto: ¿rezan? ¿Saben que pueden hablar con Jesús, con el Padre, con el Espíritu Santo, como se habla con un amigo? Y no un amigo cualquiera, sino el mejor amigo, el amigo de más confianza. Prueben a hacerlo, con sencillez. Descubrirán lo que un campesino de Ars decía a su santo Cura: Cuando estoy rezando ante el Sagrario, “yo le miro y Él me mira”.
(Papa Francisco).

Oración:
Señor Jesús, gracias, porque no sólo me has hecho miembro de tu familia, sino que me permites tener una relación íntima contigo. La transformación de mi vida, en clave del amor, nunca la podré lograr sin tu gracia, sin la acción del Espíritu Santo en mi vida, por eso hoy te quiero ofrecer el propósito de orar, de orar mucho, para ser dócil a tu gracia.

Acción:
Hoy haré una oración para pedir la gracia de demostrar mi gratitud a Dios por su infinito amor,
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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