lunes 4 Abril 2016 : Libro de Isaías 7,10-14.8,10b.

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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2° Domingo Pascua De la Misericordia
El Evangelio de hoy
Juan 20, 19-31
Al anochecer del día, de la resurrección, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz esté con ustedes». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Le Díce Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.
Reflexión:
Antes de recibir el Espíritu Santo los discípulos de Jesús no tenían paz interior. Sabían que los judíos que no creían en Jesús como el Mesías de Israel, les odiaban a ellos y querían exterminarlos. Antes de recibir el Espíritu Santo, los discípulos no se atrevían ni a salir a la calle, porque sabían que vivían rodeados de un mundo hostil. Pero cuando ven, de pronto, a Jesús en medio de ellos, exhalando sobre ellos su aliento y su paz, se llenan de alegría, desaparece el miedo y su alma se llena de paz y vigor. En este sentido, debemos nosotros examinarnos a nosotros mismos y ver hasta qué punto la presencia del espíritu de Jesús nos llena de paz y nos da suficiente ánimo y vigor para hacer frente a las adversidades interiores y exteriores que frecuentemente nos amenazan. Un alma llena del espíritu de Jesús, del espíritu de Dios, es un alma en paz, aunque por dentro y por fuera nos veamos frágiles e inseguros. Las propias dolencias físicas y las dolencias del alma que nos causan los acontecimientos exteriores no deben nunca robarnos la alegría y la paz interior. Los grandes santos fueron personas de una gran paz interior, aunque todos ellos tuvieron que sufrir mucho, en su lucha contra las tentaciones interiores y contra el mundo hostil que les rodeaba. Pidamos a Dios que no nos falte nunca su espíritu, el espíritu de Dios, el Espíritu Santo.
Oración:
¡Señor mío y Dios mío! Ten compasión de mí porque, como Tomás, hay ocasiones en que dudo de mi fe. En este domingo que me invitas a contemplar tu inmensa misericordia, que me muestras tu costado y tus llagas, y me invitas a experimentar tu cercanía por medio de la oración, no puedo más que decir: ¡Tú, Señor, eres mi Dios! Amén.
Acción:
Indulgencias en el Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia:
“Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, confío en ti”)”.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”
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