Ártículos Más Recientes

12:16 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
        
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Viernes después de Ceniza
El Evangelio de hoy 
Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.

Reflexión:
El ayuno siempre ha tenido el sentido de “privación” y de “renuncia”. Veamos hoy el aspecto de la privación. Ayunar consiste, esencialmente, en privarnos del alimento (origen de la palabra), pero en general es referido a cualquier clase de privación. En este pasaje, Jesús busca redimensionar esta práctica religiosa. ¿Cuál es el sentido del ayuno? 
Esencialmente: hacerle espacio a Dios en nuestra vida y en nuestro corazón. Por eso, mientras el novio (Jesús) estaba con ellos, no había necesidad de hacerle espacio; cuando Él no está más, es necesario hacerle espacio, para que las cosas de este mundo no terminen llenando el corazón. Dios quiere que el corazón del hombre sea sólo para Él, pero para ello es necesario vaciarlo de todo lo que se va llenando y que le quita espacio a Dios. 
Desgraciadamente, en la Iglesia, le hemos dado al ayuno el sentido que tenía para los discípulos de Juan y los fariseos: simplemente una práctica religiosa. En esta Cuaresma, busquemos ayunar de las cosas que le quitan espacio a Dios en nuestra vida para que, al llegar a la Pascua, estemos totalmente llenos de Dios. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, enséñame cómo hacer morir las obras de la carne, aquellas cosas que me apartan de ti y de mis hermanos; para que la ascesis de esta cuaresma sea verdaderamente un instrumento y para que, muriendo, pueda ser vivificado en ti. Amén.

Acción:
Hoy haré un lista de hábitos inapropiados que me gustaría erradicar de mi vida desde esta cuaresma. 
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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11:34 a.m.
Así habla el Señor Dios: ¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la casa de Jacob! Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos, como lo haría una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios: "¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos afligimos y tú no lo reconoces?". Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre. Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas. ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor? Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: "¡Aquí estoy!".

11:34 a.m.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

11:34 a.m.
¿Por qué el ayuno de Cristo no es corriente entre todos los cristianos? ¿Por qué los miembros no seguirán a su Cabeza? (Col 1,18). Si de esta Cabeza hemos recibido los bienes ¿por qué no vamos a soportar los males? ¿Queremos rechazar su tristeza y comulgar con sus gozos? Si es así nos mostramos indignos de formar parte de esta Cabeza. Porque todo lo que él ha sufrido ha sido por nosotros. Si nos repugna colaborar a la obra de nuestra salvación ¿en qué vamos a demostrar que queremos ayudarle? Ayunar con Cristo es realmente poco para quien debe sentarse con él a la mesa del Padre. Dichoso el miembro que se habrá adherido en todo a esta Cabeza y le habrá seguido dondequiera que vaya (Ap 14,4). Ya que si llegara a ser cortado y separado de él, forzosamente se vería inmediatamente privado del aliento de vida... Para mí, oh Cabeza gloriosa y bendita por los siglos, sobre la cual se inclinan los ángeles con avidez (1P 1,12), es un bien adherirme completamente a ti. Te seguiré donde quiera que vayas. Si pasas por el fuego, no me separaré de ti ni temeré ningún mal, porque tu estás conmigo (sl 22,4). Tú cargas con mis dolencias y sufres por mi. Tú, el primero, has pasado por el pasaje estrecho del sufrimiento para ofrecer una ancha entrada a los miembros que te siguen. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rm 8,35)... Es este el perfume que baja de la Cabeza hasta la barba, que baja también hasta la franja del vestido para que quede ungido hasta el más pequeño hilo (sl 132,2). En la Cabeza reside la plenitud de las gracias, y de ella las recibimos todos. En la Cabeza reside la plenitud de la misericordia, en la Cabeza la profusión de los perfumes espirituales, tal como está escrito: “Dios te ha ungido con aceite de júbilo” (sl 44,8)... Y a nosotros, ¿qué es lo que el evangelio nos pide en este comienzo de Cuaresma? “Tú, dice, cuando ayunes, perfúmate la cabeza” (Mt 6,6). ¡Admirable condescendencia! El Espíritu del Señor está sobre él, ha sido ungido por él (Lc 4,18), y, sin embargo, para evangelizar a los pobres, les ha dicho: “Perfúmate la cabeza.”

Hermanos Franciscanos

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