Ártículos Más Recientes

11:01 a.m.
Entonces el rey David fue a sentarse delante del Señor y exclamó: "¿Quién soy yo, Señor, y qué es mi casa para que me hayas hecho llegar hasta aquí? Y como esto te pareció demasiado poco, también le has hecho una promesa a la casa de tu servidor, para un futuro lejano. ¿Es esto lo que haces habitualmente con los hombres, Señor? Tú has establecido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo eternamente, y tú, Señor, eres su Dios. Y ahora, Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has pronunciado acerca de tu servidor y de su casa, y obra conforme a lo que has dicho. Que tu Nombre sea engrandecido para siempre, y que se diga: '¡El Señor de los ejércitos es el Dios de Israel!'. Y que la casa de David, tu servidor, esté bien afianzada delante de ti. Porque tú mismo, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, te has revelado a tu servidor, diciendo: 'Yo te edificaré una casa'. Por eso tu servidor se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, Señor, tú eres Dios, tus palabras son leales y has prometido estos bienes a tu servidor. Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre".

11:01 a.m.
Acuérdate, Señor, en favor de David, de todos sus desvelos, del juramento que prestó al Señor, del voto que hizo al Fuerte de Jacob: “No entraré bajo el techo de mi casa ni me acostaré en mi propio lecho; no daré descanso a mis ojos ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una Morada para el Fuerte de Jacob”. El Señor hizo un juramento a David, una firme promesa, de la que no se retractará: “Yo pondré sobre tu trono a uno de tus descendientes. Si tus descendientes observan mi alianza y los preceptos que yo les enseñaré, también se sentarán sus hijos en tu trono para siempre”. Porque el Señor eligió a Sión, y la deseó para que fuera su Morada. «Este es mi Reposo para siempre; aquí habitaré, porque lo he deseado.

11:01 a.m.
Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".

11:01 a.m.
Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno. ¿Hay algo mejor que la paz para poner fin a toda discordia en el cielo y en la tierra? Nada de esto os es desconocido, si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la fe, el fin es la caridad. Cuando ambas virtudes van a la par, se identifican con el mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El que profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. «Por el fruto se conoce el árbol» (Mt 12,33); del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una profesión de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin. Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra. Uno solo es el maestro (Mt 23,8), que «lo dijo y existió» (Sl 32,9): pero también es digno del Padre lo que enseñó sin palabras. El que posee la palabra de Jesús es capaz de entender lo que él enseñó sin palabras y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido para el Señor, sino que aún nuestros secretos más íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en nosotros.

11:50 p.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
     verbumspei.wordpress.com
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3° Miércoles Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Marcos 4, 1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:
“Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron en seguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno”. Y añadió Jesús: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola. Entonces Jesús les dijo: “A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se arrepientan y sean perdonados”.
Y les dijo a continuación: “Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? ‘El sembrador’ siembra la palabra.
‘Los granos de la vereda’ son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
‘Los que reciben la semilla en terreno pedregoso’, son los que, al escuchar la palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes, y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la palabra, se dan por vencidos.
‘Los que reciben la semilla entre espinas’ son los que escuchan la palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás, que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril. 
Por fin, ‘los que reciben la semilla en tierra buena’ son aquellos que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno”.

Reflexión:
Es curioso que a pesar de que Jesús ha sido muy, pero muy claro en la explicación de esta parábola, todavía después de tantos años muchos de nosotros seguimos con la actitud de sus oyentes, pues oyendo no entendemos. Si nosotros somos esa tierra fecunda, dispongámosla a la recepción de la Palabra. No cerremos nuestro corazón, ni dejemos que una vez sembrada sea ahogada por el mundo y sus seducciones.
Meditemos diariamente el mensaje que la Palabra, en sí misma, quiere darnos para nuestra vida cristiana. Vivir de acuerdo a la Palabra de Dios es nuestra única posibilidad de ser perfecta y santamente felices. Por ello, es una excelente costumbre cristiana el traer siempre consigo la Biblia. ¿Tú qué piensas? 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, tu amor y tu misericordia son eternos, permíteme saber escucharte y aceptar de ti lo que pides para que, como David, sepa continuar tu obra salvadora haciendo tu voluntad cada día sin afectar ni interrumpir tu Plan de Salvación. Amén.

Acción:
Hoy dedicaré un tiempo del día a la convivencia, bienestar y educación familiar. 
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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