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7:54 a.m.
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           “Palabra de Esperanza” 
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34° Martes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Lucas 21, 5-11

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado‘. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”.

Reflexión:
Este evangelio nos enseña lo relativo que puede ser todo lo bello que se encuentra en el mundo. Todo pasa. Las cosas que un día fueron, ya no son; lo que ahora nos admira llegará un día en que no quedará rastro de ello. 
Lo único que permanece es Dios. Es lo único que no cambia, que no muta. Ya la carta a los Hebreos nos dice que “Cristo es el mismo de ayer, de hoy y de siempre”. ¿Por qué, entonces, estar tan preocupados por lo que es pasajero? Pongamos nuestra atención y verdadera preocupación en lo que es eterno, en lo que permanece. 
Por ello, el apóstol San Pablo decía: “el amor no pasará”. Esforcémonos en cultivar y hacer crecer el amor, es lo único que perdurará, es lo único que les dejaremos a las generaciones futuras. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, quiero que seas el Rey de mi vida, grabada está tu ley en mi corazón: enséñame a vivir como ciudadano de tu Reino. Amén.

Acción:
Revisaré qué áreas de mi vida se encuentran todavía bajo llave, y le entregaré al Señor las llaves para que él vaya ordenando mi casa. 
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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11:18 a.m.
Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante. Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla. Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra. Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey. Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria; él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú. Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo - como el hierro que destroza - él los triturará y destrozará a todos ellos. También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez de hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla. Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre, porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe".

11:18 a.m.
Todas las obras del Señor, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Ángeles del Señor, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Cielos, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Todas las aguas que están sobre los cielos, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Todos los ejércitos celestiales, bendigan al Señor, ¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

11:18 a.m.
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo."

11:18 a.m.
    “Destruid este templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo.” (Jn 2,19) Ciertamente que el Señor era capaz de realizar miles de otros signos, pero como prueba de la autoridad “para hacer esto” (Jn 2,18) tenía que realizar este signo concreto: con ello daba respuesta a lo que tiene que ver con el templo, lo que no podían hacer otros signos que no se referirían a él. De todos modos, me parece que tanto el templo como el cuerpo de Jesús se tienen que interpretar como la figura de la Iglesia, dado que está edificada con “piedras vivas” que van “construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo” (1P 2,5); está edificada “sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular” (Ef 2,20), el auténtico templo.              Si, pues, se ve destruido la ensambladura armoniosa de las piedras del templo, ya que “vosotros formáis el cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro” (1 Cor 12,27) y, como está escrito en el salmo 21, todos los huesos de Cristo están descoyuntados (Sal 21,15) por la vehemencia de las pruebas y tribulaciones y por aquellos que por la persecución atentan contra la unidad de la Iglesia, sin embargo, este templo será reconstruido y el cuerpo resucitará el tercer día después del día de la iniquidad que lo arrasó y después del día en que se cumplirán las promesas (cf 2P 3,3-10). Porque este tercer día verá un cielo nuevo y una tierra nueva (2P 3,13), cuando los huesos se pondrán en pie (cf Ez 37,10) en el gran día del Señor, cuando la muerte será vencida, cuando la resurrección de Cristo de entre los muertos, después de su pasión y muerte, se revelará como el misterio de la resurrección del cuerpo entero de la Iglesia. (Referencias bíblicas: Jn 2,18-19; 1P 2,5; Ep 2,20;1Co 12,27; Sl 21,15; 2P 3,3-10.13; Ez 37,11)

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