Ártículos Más Recientes

10:56 a.m.
Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él. Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc. Después que los hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones. Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban. Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo: .Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices". El otro le preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió. El añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido". Jacob le rogó: "Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo. Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida". Mientras atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo.

10:56 a.m.
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. Tú me harás justicia, porque tus ojos ven lo que es recto: si examinas mi corazón y me visitas por las noches, si me pruebas al fuego, no encontrarás malicia en mí. Mi boca no se excedió Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha. Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme a la sombra de tus alas, Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia.

10:56 a.m.
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."

10:56 a.m.
     Hay personas que por tener un porte exterior bien compuesto y el interior lleno de grandes sentimientos de Dios, se detienen en eso...; se contentan con las dulces conversaciones que tienen con Dios durante la oración... No nos engañemos: toda nuestra tarea consiste en pasar a los actos. Y esto es de tal manera así que el apóstol san Juan nos dice que tan sólo nuestras obras podrán servirnos para la otra vida (Ap 14,13). Reflexionemos pues sobre ello tanto más cuanto que, en este tiempo hay muchos que parecen virtuosos y, efectivamente, lo son, y sin embargo se inclinan hacia una vida dulce y cómoda más que a una devoción trabajosa y sólida.     La Iglesia es comparada a una gran mies que precisa obreros, pero obreros que trabajen. No hay nada más conforme al Evangelio que acumular, por un lado, luces y fuerzas para su alma en la oración, en la lectura y en la soledad, e ir seguidamente a hacer participar a los hombres de este alimento espiritual. Es hacer lo que nuestro Señor ha hecho y, después de él lo han hecho los apóstoles; es unir el oficio de Marta al de María; es imitar la paloma que, para alimentar a sus pequeñuelos, digiere la mitad de la comida que ha tomado y después, con su pico, mete el resto en la boca de sus hijos. Esto es lo que debemos hacer nosotros, así es como, con nuestras obras, hemos de dar a Dios, testimonio de que le amamos. Toda nuestra tarea consiste en pasar a las acciones.

11:00 a.m.
Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán. De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. Y el Señor, de pie junto a él, le decía: «Yo soy el señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado. Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo». Jacob se despertó de su sueño y exclamó" "¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!". Y lleno de temor, añadió: "¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo". A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella. Y a ese lugar, que antes se llamaba luz, lo llamó Betel, que significa "Casa de Dios". Luego Jacob hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios. Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé".

Hermanos Franciscanos

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