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12:10 a.m.
Del santo Evangelio según san Juan 14, 1-12

No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino." Le dice Tomás: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Le dice Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto." Le dice Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Le dice Jesús: "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.


Oración preparatoria


Dios mío, al iniciar esta meditación, te pido me concedas la gracia de confiar siempre en Ti. Que al igual que Tomás y Felipe te comente en mi oración mis preocupaciones, mis dudas, mis temores, pero que luego sepa callar para escucharte y así salir fortalecido en mi fe: una fe que me permita no sólo creer en Ti, sino también comunicarte a los demás.


Petición


Señor, dame la gracia de abrazar el Evangelio como mi guía en mi toma de decisiones.


Meditación del Papa Francisco


Cuando el hombre piensa que, alejándose de Dios, se encontrará a sí mismo, su existencia fracasa. La salvación comienza con la apertura a algo que nos precede, a un don originario que afirma la vida y protege la existencia. Sólo abriéndonos a este origen y reconociéndolo, es posible ser transformados, dejando que la salvación obre en nosotros y haga fecunda la vida, llena de buenos frutos. La salvación mediante la fe consiste en reconocer el primado del don de Dios, como bien resume san Pablo: “En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios”.

20. La nueva lógica de la fe está centrada en Cristo. La fe en Cristo nos salva porque en él la vida se abre radicalmente a un Amor que nos precede y nos transforma desde dentro, que obra en nosotros y con nosotros. (S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 19-20).


Reflexión


Imaginemos una plática con Jesús...:


Jesús amablemente nos atendió, y nuestra entrevista giró sobre aquellos momentos que se vivieron en la intimidad en la última cena, al despedirse Jesús de sus apóstoles. Quisimos preguntarle en primer lugar su estado de ánimo en esos momentos y si sus apóstoles estaban plenamente conscientes de lo que se les decía y de lo que le ocurriría pocas horas después.


Y nos dijo que "mis sentimientos en esos momentos eran encontrados", pues sentía que mi misión estaba a punto de concluir en su primera etapa y yo deseaba quedarme con los míos, con los que mi Padre me había encomendado, los quería tener como las gallinas resguardan a sus pollitos del frío de la noche y de los animales peligrosos. Pero al mismo tiempo yo sabía que tenía que regresar a mi Padre, a mi Buen Padre Dios, esto por muchas razones, en primer lugar porque ahí estaba mi lugar, cerca del Padre, era el lugar propio, pero también para preparar el lugarcito para todos los míos, para los que aceptaran a través del tiempo acogerse a mi cuidado. Se los dije claramente a mis amigos: "En casa de mi Padre hay muchas habitaciones... y voy a prepararles un lugar... pero volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes".


Eran mis amigos, habían sido tan buenos conmigo, que me daba pena dejarles solos, por eso les prometí a mi Espíritu y les pedí que se mantuvieran unidos hasta que yo volviera.


Desafortunadamente, aunque estaban plenamente concientes, aunque me escuchaban no con los oídos sino con el corazón, de todas maneras no podían entenderme gran cosa, según colegí por la pregunta de Tomás y Felipe. Y sobre si estaban sabidos de lo que me ocurriría un poco después, yo creo que ni lo soñaron. Yo se los dije muchas veces y de alguna forma se daban cuenta del peligro que yo corría, pero no pensaron que estuviera tan cercano y sobre todo que era cosa de muerte y no de vida.


Precisamente íbamos a preguntarle a Jesús si los apóstoles entendían aquello de que se iba, pero que volvería y se quedaría con los suyos para siempre. Él me respondió cariñosamente: Cuando yo les hablé de que me iba, Tomasito, el intrépido Tomasito se atrevió a declarar que no sabían ni siquiera a dónde me dirigía y que por lo tanto no sabrían nunca el camino para seguirme. No podía enojarme con ellos, por eso les dije algo muy cierto: Yo soy el camino, la verdad y la vida y me vi en la necesidad de aclarar que nadie podía ir al Padre si no era precisamente a través de mí, ya que conociéndome a mí, ya habían conocido al Padre.


Eso que nos dices es muy interesante, y requeriría de muchas explicaciones, porque hoy muchas gentes se presentan como el "camino" que hay que recorrer, pero caminos de perdición, como los que ofrecen droga, o comercian con ella, y la ofrecen como la curación de todos los males y el descubrimientos de mundos desconocidos pero color de rosa o de multicolores sensaciones. Otras muchas personas se presentan como la verdad, aunque a decir verdad, hablan de "su" verdad, de la interpretación de las cosas a su modo, como las pobres mujeres que dicen que dado que su cuerpo es suyo y les pertenece totalmente, podrán tener la libertad de disponer de una vida que se ha alojado en su propio cuerpo en el momento que ellas no lo quieran, porque será un intruso al que no se le pidió venir. Pero precisamente por eso no hay muchas gentes que se declaren la "vida", porque ahora la verdad es que muchos están a favor de la muerte, algo por cierto inexistente, "la santa muerte", a la que pretenden darle culto, ignorando rotundamente que la muerte ya fue vencida precisamente por Cristo con su propia muerte y resurrección.


Pero nos distrajimos y no le habíamos preguntado a Jesús en qué paró aquella intervención de Tomás y Felipe. Jesús nos respondió cordialmente: Felipe, al considerar que yo me iba al Padre, a su casa y a preparar las habitaciones para los míos, me pidió: "Señor, muéstranos al Padre y con eso nos basta". Yo quería morirme de pena al comprender que tres años pasados cerca de aquellas gentes no habían bastado para hacerles comprender que "quien me ve a mí ve al Padre", y que las obras que yo realizaba diariamente las hacía en nombre del Padre y que las palabras que yo pronunciaba las pronunciaba precisamente en el nombre de mi Padre Dios. No acertaron al comprender que mi Padre está en mí yo en el Padre, que formamos una sola cosa y que el Espíritu Santo está constantemente con nosotros uniéndonos y fundiéndonos en un mutuo y claro amor.


Tuve que declararles también que "el que creyera en mí, haría las obras que yo hice y las haría aún mayores, porque yo me iba al Padre". Y pude constatar que después de veinte siglos, eso sigue siendo verdad, pues mis discípulos hacen obras mayores que las mías, cuando confían plenamente en mí. Y el ejemplo más cercano está en mi siervo Juan Pablo II que a su muerte logró congregar a más de 3 millones de personas.


Por último, me atreví a preguntarle a Jesús sobre el bautismo, sobre los cristianos, sobre los sacerdotes, y sobre todo el sacerdocio de los fieles. La verdad es que no acerté a formular la pregunta pero Jesús me entendió al instante y me contestó: “La Iglesia congregada por mi Espíritu, tiene por misión llevar mi Palabra, mi mensaje y mi Salvación a todas las gentes. La puerta seré yo y siempre yo. Tendré pastores que me auxilien en el pastoreo, pero la puerta de salvación sólo puedo serlo yo en persona. De entre los creyentes ya bautizados, yo me elijo cada tiempo a hombres comunes, normales, comunes y corrientes para guiar y conducir a mi pueblo.


No todos los hombres pueden ser sacerdotes y pararse frente a un altar, invocar al Espíritu Santo y hacerme presente entre los hombres. Pero también es verdad que todos los bautizados que hacen mi voluntad y ayudan a sus hermanos, aunque no digan Misa, están ejerciendo su sacerdocio bautismal, piensa por ejemplo en el obrero que hace pieza sobre pieza por ocho horas continuas, piensa en los albañiles que construyen miles y miles de casas y por las noches tienen que venir a dormir a verdaderos cucuruchos, piensa en el anciano que lo dio todo por formar a sus hijos, que al final lo echaron a dormir al parque más cercano, piensa en la madre de familia que por horas y horas se pasa la vida frente a la estufa o la plancha o los pantalones de los chavos que hay que dejar relucientes, aunque contra su voluntad deshilachados porque así los prefieren ellos.


Pero piensa también en los enfermos que en sus sufrimientos también están ejerciendo su sacerdocio y su misa. Por cierto cuentan de San Juan XXIII, el Papa sonriente, que estaba aquejado de una enfermedad intestinal e incurable, que siempre sonreía y sonreía, aunque sus entrañas ya estuvieran carcomidas. Cuando le anunciaron la gravedad de su enfermedad y de que se tenía que ir a camita, les dijo a sus ayudantes: "También la cama es un altar y yo ahora soy la víctima en ese altar. Mis enfermitos, cuando saben entregar su enfermedad, sus dolores, sus sufrimientos y su soledad, están sentados en un rico tesoro que les alcanzará hasta la vida eterna si saben asociar su dolor a mi dolor en la Cruz".


Propósito


Voy a escribir una nota, o enviar un correo electrónico, a esa persona que se ha alejado de la Iglesia, con la esperanza de que este saludo, en nombre de Cristo, pueda convertirse en una semilla de fe en su vida.



May 17, 2014 at 11:39PM

12:10 a.m.
Del santo Evangelio según san Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto». Le dijo Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta». Jesús le replicó: «Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices: "muéstranos al Padre"” ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que yo hago y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre; y cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre».


Oración introductoria


Señor, quiero ponerme en tu presencia, quiero darte este espacio de mi vida. Yo sé que es poco lo que te doy, pero quiero dedicártelo con toda la intensidad y amor de mi corazón. En tus manos pongo mi vida y la de todos aquellos que más quiero, especialmente los que estén pasando por algún momento particular. Así sea.


Petición


Señor, que pueda ver tu rostro, a través de la oración.


Meditación del Papa Francisco


Para la fe, Cristo no es sólo aquel en quien creemos, la manifestación máxima del amor de Dios, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer. La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver. [...]

Para que pudiésemos conocerlo, acogerlo y seguirlo, el Hijo de Dios ha asumido nuestra carne, y así su visión del Padre se ha realizado también al modo humano, mediante un camino y un recorrido temporal. La fe cristiana es fe en la encarnación del Verbo y en su resurrección en la carne; es fe en un Dios que se ha hecho tan cercano, que ha entrado en nuestra historia. La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra. (S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 18).


Reflexión apostólica


El Papa Benedicto nos enunciaba tres elementos fundamentales de la vida del apóstol Felipe que nos deben llevar a la acción: 1) dejarnos conquistar por Jesús, 2) estar con él y 3) invitar a otros a compartir esta compañía indispensable. La reflexión podría versar sobre esto: ¿Qué tanto me he dejado conquistar por Cristo? ¿Le estoy dando a Cristo algún espacio en mi vida? ¿Busco momentos para encontrarme con Cristo o sólo acudo a él en los momentos de dificultad?

El invitar a otros a compartir la experiencia de Cristo es el verdadero apostolado, es el compromiso que brota espontáneamente del cristiano que conoce, ama e imita a Cristo.


Propósito


Dedicar algún momento de mi día para leer algún pasaje del Nuevo Testamento buscando conocer más a Cristo.


Diálogo con Cristo


Jesucristo, gracias por permitirme encontrarme contigo. Gracias por enseñarme que mi vida sólo tiene sentido contigo. Tú nos dijiste que harías cualquier cosa que pidiéramos en tu nombre, y yo quiero pedirte tan sólo que aumentes mi fe para que, creyendo más en ti, pueda confiar más en ti y, así, pueda amarte más. Amén.


Él no es sólo un Maestro, sino un Amigo; más aún, un Hermano. ¿Cómo podríamos conocerlo a fondo si permanecemos alejados de él? La intimidad, la familiaridad, la cercanía nos hacen descubrir la verdadera identidad de Jesucristo.

(Bendedicto XVI, 6 de septiembre de 2006)



May 17, 2014 at 11:39PM

10:43 a.m.
En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra". La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.

10:43 a.m.
Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

10:42 a.m.
Queridos hermanos: Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido. Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada. Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz.

10:42 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

Hermanos Franciscanos

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