LA ENVIDIA DESTRUYE. Homilía 23 de enero 2020 (1 Sam 18,6 ss) | Padre Sam

10:05 p.m.


Reflexión del padre sam del día 23 de enero del 2020: I Samuel 18:6-9;19:1-7 A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas la ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría. Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y David sus miriadas.» Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan miriadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey.» Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de envidia. Saúl dijo a su hijo Jonatán y a todos sus servidores que haría morir a David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David, y avisó Jonatán a David diciéndole: «Mi padre Saúl te busca para matarte. Anda sobre aviso mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y escóndete. Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo, donde tú estés, y hablaré por ti a mi padre; veré lo que hay y te avisaré.» Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: «No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios. Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahvé una gran victoria para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente haciendo morir a David sin motivo?» Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: «¡Vive Yahvé!, no morirá.» Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.


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