
La consideración de tus faltas es absolutamente verdadera. Las faltas provenientes de la debilidad, y realmente detestadas, no le impiden a Dios de amarnos sino que aumentan su Compasión: «Como un Padre tiene compasión por sus hijos, así Dios tiene compasión por quienes Le temen…pues él sabe bien que polvo somos» (Sal 102:13-14b). La gran devoción de San Pablo era el presentarse ante el Padre celestial con todas sus discapacidades, y como solía siempre mirarse como un miembro de Jesucristo, sus discapacidades eran las de Cristo: «con sumo gusto seguiré vanagloriándome, sobre todo en mi debilidad, para que se manifieste en mí la fuerza de Cristo» (2Cor 12:9). Esfuércense en llenarse de este espíritu de confianza de niño ante Dios. Me parece que entre más estoy íntimamente unido a nuestro divino Señor, más Él mismo me atrae hacia su Padre- y más me quiere llenar de su espíritu filial. Este es todo el espíritu de la Nueva Ley: «Ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; más bien, han recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá Padre!»(Rm 8:15).
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