Ártículos Más Recientes

11:31 a.m.
Una noche, el Señor dijo a Pablo en una visión: "No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte, porque en esta ciudad hay un pueblo numeroso que me está reservado". Pablo se radicó allí un año y medio, enseñando la Palabra de Dios. Durante el gobierno del procónsul Galión en Acaya, los judíos se confabularon contra Pablo y lo condujeron ante el tribunal, diciendo: "Este hombre induce a la gente a que adore a Dios de una manera contraria a la Ley". Pablo estaba por hablar, cuando Galión dijo a los judíos: "Si se tratara de algún crimen o de algún delito grave, sería razonable que los atendiera. Pero tratándose de discusiones sobre palabras y nombres, y sobre la Ley judía, el asunto les concierne a ustedes; yo no quiero ser juez en estas cosas". Y los hizo salir del tribunal. Entonces todos se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon ante el tribunal. Pero a Galión todo esto lo tuvo sin cuidado. Pablo permaneció todavía un cierto tiempo en Corinto. Después se despidió de sus hermanos y se embarcó hacia Siria en compañía de Priscila y de Aquila. En Cencreas, a raíz de un voto que había hecho, se hizo cortar el cabello.

11:31 a.m.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra. El puso a los pueblos bajo nuestro yugo, y a las naciones bajo nuestros pies; él eligió para nosotros una herencia, que es el orgullo de Jacob, su predilecto. El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey.

11:31 a.m.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo." La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.

11:31 a.m.
Ha llegado el reino de la vida y ha sido derrotado el poder de la muerte. Ha aparecido un nacimiento nuevo y una vida nueva, una manera distinta de ser, una transformación de nuestra misma naturaleza. Este nacimiento no es “por vía de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios.” (Jn 1,13)... “Este es el día que hizo el Señor...” (Sal 117,24) Día muy distinto de los del comienzo, porque en este día Dios ha hecho un cielo nuevo y una tierra nueva, como dice el profeta (Is 65,17). ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno, como dice el Señor, la tierra que se empapa de la lluvia que desciende sobre ella, la tierra que hace germinar una mies abundante. (Lc 8,15) En esta creación, el sol es la pureza de vida; las estrellas son las virtudes; el aire, una conducta intachable; el mar, la riqueza profunda de la sabiduría y el conocimiento; la hierba y el follaje son la buena doctrina y las enseñanzas divinas de las que se alimenta el rebaño, es decir, el pueblo de Dios; los árboles frutales son la práctica de los mandamientos. En este día el hombre es creado realmente, aquel que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. (Gn 1,27) ¿No inaugura este día del Señor un mundo totalmente nuevo para ti?...El mayor privilegio de este día de gracia es que ha destruido la muerte y ha dado a luz al Primogénito de entre los muertos....¡Qué buena y hermosa noticia! Aquel que por nosotros se hizo igual a nosotros, para hacernos hermanos suyos, lleva su propia humanidad al Padre para llevar con él a todos los de su raza, la humanidad entera.

11:28 a.m.
Uno de esos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos -los que estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas- y dijo: "Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que apresaron a Jesús. El era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: Que su casa quede desierta y nadie la habite. Y más adelante: Que otro ocupe su cargo. Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección". Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías. Y oraron así: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía". Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles.

Hermanos Franciscanos

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