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10:56 a.m.
Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, y era de Jerusalén. El hizo lo que es malo a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre. En aquel tiempo, los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén, y la ciudad quedó sitiada. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a la ciudad mientras sus servidores la sitiaban, y Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia junto con su madre, sus servidores, sus príncipes y sus eunucos. El rey de Babilonia los tomó prisioneros en el año octavo de su reinado. Luego retiró de allí todos los tesoros de la Casa del Señor y los tesoros de la casa del rey, y rompió todos los objetos que Salomón, rey de Judá, había hecho para la Casa del Señor, como lo había anunciado el Señor. Deportó a todo Jerusalén, a todos los jefes y a toda la gente rica - diez mil deportados - además de todos los herreros y cerrajeros: sólo quedó la gente más pobre del país. Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país. A todos los guerreros - en número de siete mil - a los herreros y cerrajeros - en número de mil - todos aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a su país. El rey de Babilonia designó rey, en lugar de Joaquín, a su tío Matanías, a quien le cambió el nombre por el de Sedecías.

10:56 a.m.
Señor, los paganos invadieron tu herencia, profanaron tu santo Templo, hicieron de Jerusalén un montón de ruinas; dieron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra. Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y nadie les daba sepultura. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¿Arderán tus celos como un fuego? No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre.

10:56 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

10:56 a.m.
Una tarde, me paseaba por la orilla del mar. Como dice la Escritura: «soplaba un viento fuerte y el mar se iba encrespando» (Jn 6,18). Las olas se levantaban a lo lejos y se apoderaban de la orilla, chocando contra las rocas, se rompían y transformaban en espuma y gotitas. Pequeños guijarros, algas y conchas muy ligeras eran arrastradas por las aguas y echadas a la orilla; pero las rocas permanecían firmes e inquebrantables, como si todo estuviera en calma, incluso en medio de las olas que venían a dar contra ellas... Saqué una lección de este espectáculo. Este mar, ¿no es acaso nuestra vida y la condición humana? En ella se encuentra mucha amargura e inestabilidad. Y los vientos ¿acaso no son las tentaciones que nos asaltan y los imprevistos golpes de la vida? Creo que es eso lo que meditaba David cuando exclamó: «Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: he entrado en la hondura del agua y me arrastra la corriente» (Sl 68). Entre las personas que pasan pruebas, unas me parecen ser como objetos ligeros y sin vida que se dejan arrastrar sin oponer la mínima resistencia; no hay en ellas ningún rastro de firmeza; no tienen el contrapeso de una razón sana que lucha contra los asaltos que le llegan. Las otras las asemejo a rocas, dignas de esa Roca sobre la cual nos mantenemos firmes y a la que adoramos; éstas, formadas con razonamientos de verdadera sabiduría, se levantan por encima de la debilidad ordinaria y lo soportan todo con una constancia inquebrantable.

11:44 p.m.

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?

Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.


Oración introductoria


Jesús, ilumina mi oración para salir de ella fortalecido, dispuesto a dar los frutos buenos que debo producir. Para perseverar y ser fiel en mi vocación necesito de tu gracia, de tu luz.


Petición


Señor, ayúdame a descubrir lo que me impide crecer más en el amor.


Meditación del Papa Francisco


Primero: no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del Señor.

Esta alocución de Jesús es siempre actual, también para nosotros que vivimos en el Siglo XXI. Él nos repite: “Miren, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre”.

Es una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde está el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu. También hoy, en efecto, hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, también brujos, personajes que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: «¡No los sigan! (Cf. S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).


Reflexión


Vivimos en un mundo frenético en sus comunicaciones, y en buena parte de sus actividades laborales y comerciales. Donde se valora quien produce más y se margina a quien no alcanza los ratings de ventas.


Donde la competencia profesional se evalúa constante e implacablemente y se contabiliza con avaricia los resultados. En donde se busca sólo a personas que encabecen proyectos de éxito, etc. La lógica evangélica es, si cabe, más comprometedora.


Para ser un buen discípulo, no basta emplearse a fondo, como lo haríamos al ocupar un cargo de responsabilidad en una empresa hoy en día. No basta siquiera ser original, presentar de manera nueva, atrayente o asequible el mensaje, el producto o el servicio. Aun poniendo en juego todas las dotes humanas de que disponemos, hemos de partir de la base que en todo ello sólo somos instrumentos en las manos de Dios. Porque dar fruto es comunicar a los demás una experiencia, una fe que hemos recibido como un don. Es darla no como quien comparte algo que tiene en "posesión", porque la fe no se posee y es sólo de Dios.


Pero Él nos ha concedido comunicar nuestra vivencia, conscientes que Dios añadirá la parte que le corresponde. Se requiere dejarse guiar por el Espíritu Santo, y sobretodo humildad y confianza, para estar más pendientes de Dios y de su voluntad, que de nosotros mismos. Nuestras virtudes y capacidades, así como nuestros defectos y limitaciones, son también parte de ese plan de Dios. Por sus frutos los reconoceréis... es la llamada colaborar en la obra de Dios si nos prestamos con decisión y humildad.


Propósito


Consentiré sólo buenos pensamientos y deseos y desecharé todo lo que me aleje del amor de Dios.


Diálogo con Cristo


Jesús, quiero vivir siempre bajo tu cuidado exigente, pero amoroso. No puedo dar fruto viviendo mediocremente. Ayúdame a crecer en la generosidad, en la prontitud, en la autenticidad, que nunca consienta el egoísmo o doblez. Sé que esto es difícil, por eso te pido tu gracia, para rectificar hoy todo aquello que me aleja de Ti.



June 24, 2014 at 11:15PM

Hermanos Franciscanos

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