Ártículos Más Recientes



27 de marzo de 2019.- (13 TV / Vatican News / Camino Católico) Durante la Audiencia General en la plaza de San Pedro ante miles de fieles de este 27 de marzo, el Papa Francisco continuó su predicación sobre la oración del Padre Nuestro y se detuvo en la parte en que presentamos a Dios nuestras necesidades “danos hoy nuestro pan de cada día”. En esta línea, el Santo Padre explicó que el pan significa “lo necesario para la vida: alimento, agua, casa, medicinas, trabajo. Es una súplica -dijo- que surge de la misma existencia humana, con sus problemas concretos y cotidianos, que pone en evidencia lo que a veces olvidamos: que no somos autosuficientes, sino que dependemos de la bondad de Dios”. Por ello, el Pontífice aseguró que “Jesús nunca pasa indiferente a estas peticiones y a estos dolores”. En su catequesis, el Papa señaló que “los Evangelios nos muestran que para mucha gente el encuentro con Jesús se da, precisamente, a través de una súplica, de una necesidad” es posible encontrar en las Sagradas Escrituras quien pide el pan o la curación y otros quienes suplican la liberación y la salvación. De este modo, el Santo Padre aseguró que “Jesús no pide invocaciones refinadas, por el contrario, toda la existencia humana, con sus problemas más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración”. “Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día. Nos enseña a hacerlo junto a tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, que a menudo se sostiene en su interior, que acompaña la ansiedad cotidiana. ¡Cuántas madres y cuántos padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener suficiente pan mañana para sus hijos!”, exclamó. En este sentido, el Pontífice animó a rezar la oración del Padre Nuestro desde la realidad “no es un ejercicio para ascetas; parte de la realidad, del corazón y la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo necesario para vivir”. El Papa pidió detenerse para pensar en los niños hambrientos del mundo, de los países en guerra, y animó a suplicar al Padre que nos done el pan cotidiano. Además, el Santo Padre recordó el pasaje del Evangelio de San Juan que narra la multiplicación de los panes y destacó la generosidad del joven que compartió sus cinco panes y dos peces. “El verdadero milagro realizado por Jesús aquel día no fue tanto la multiplicación, sino el compartir”. “De hecho, solo la Eucaristía está en grado de saciar el hambre de infinito y el deseo de Dios que anima a todo hombre, también en la búsqueda del pan de cada día”, explicó el Papa. Al finalizar, Francisco invitó a pedir al Señor “que no nos haga faltar nuestro pan cotidiano, y nos ayude a comprender que este no es una propiedad privada sino, ayudados por su gracia, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados”. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma.


10:46 a.m.


Así habla el Señor: Esta fue la orden que les di: Escuchen mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo; sigan por el camino que yo les ordeno, a fin de que les vaya bien. Pero ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que obraron según sus designios, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso; se volvieron hacia atrás, no hacia adelante. Desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy, yo les envié a todos mis servidores los profetas, los envié incansablemente, día tras día. Pero ellos no me escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que se obstinaron y obraron peor que sus padres. Tú les dirás todas estas palabras y no te escucharán: los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: "Esta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su Dios, ni ha recibido la lección. La verdad ha desaparecido, ha sido arrancada de su boca".

10:46 a.m.


¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! ¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras.»

10:46 a.m.


Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

10:46 a.m.


     Bajo las burlas, tu Maestro no se enfada, ¿y tú te pones nervioso? Él soporta salivazos, bofetadas, latigazos, ¿y tú no puedes escuchar una palabra dura? Él acepta la cruz, una muerte deshonrosa, la tortura de los clavos, ¿y tú no aceptas cumplir los oficios menos honrosos? ¿Cómo vas a participar de su gloria (1P 5,1) si no aceptas participar de su muerte deshonrosa? Verdaderamente, resulta inútil que hayas abandonado las riquezas si no quieres tomar la cruz como él mismo lo ordenó con su palabra de verdad. “Vende lo que tienes y dáselo a los pobres” ordenó Cristo al joven y también a nosotros, “y toma tu cruz”, y “sígueme” (Mt 19,21.16,24). Has distribuido bien tus riquezas, pero sin aceptar tomar la cruz, es decir, soportar valientemente los asaltos de todas las pruebas; te has apartado del camino de la vida y separado, para tu desgracia, de tu dulce Dios y Señor. Os ruego, hermanos, que observemos todos los mandamientos de Cristo, que por amor al Reino de los cielos, soportemos hasta la muerte las pruebas que nos asaltan, a fin de participar de la gloria de Jesús, de la vida eterna y de heredar el disfrute de los bienes indecibles en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.