Ártículos Más Recientes

10:44 a.m.
¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma! ¡Presten atención a la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda! Vengan, y discutamos -dice el Señor-: Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana. Si están dispuestos a escuchar, comerán los bienes del país; pero si rehúsan hacerlo y se rebelan, serán devorados por la espada, porque ha hablado la boca del Señor.

10:44 a.m.
No te acuso por tus sacrificios: ¡tus holocaustos están siempre en mi presencia! Pero yo no necesito los novillos de tu casa ni los cabritos de tus corrales. Pero al impío Dios le dice: «¿Por qué vas repitiendo mis preceptos, y andas siempre hablando de religión, "¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos y a mencionar mi alianza con tu boca, tú, que aborreces toda enseñanza y te despreocupas de mis palabras? Haces esto, ¿y yo me voy a callar? ¿Piensas acaso que soy como tú? Te acusaré y te argüiré cara a cara. El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad; y al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios."

10:44 a.m.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

10:44 a.m.
Qué es lo que hacen, los hermanos deben mostrarse caritativos y alegres los unos con los otros. El que trabaja hablará así al que ora: «El tesoro que mi hermano posee, yo lo tengo también, pues todo lo nuestro es común» Por su parte, el que ora dirá al que lee: «El beneficio que saca de su lectura me enriquece, a mí también». Y el que trabaja dirá aún: «Es en interés de la comunidad que yo cumpla este servicio.» Los muchos miembros del cuerpo no forman más que un sólo cuerpo y se sostienen mutuamente cumpliendo cada uno su labor. El ojo ve por todo el cuerpo; la mano trabaja por los otros miembros; el pie caminando, los lleva a todos; un miembro sufre cuando otro sufre. He aquí como los hermanos se deben comportar los unos con los otros(cf. Rm12, 4-5). El que ora no juzgará al que trabaja porque no ora. El que trabaja no juzgará al que ora... El que sirve no juzgará a los otros. Al contrario, cada uno, que haga, y actué para la gloria de Dios (cf.1Co 10,31; 2Co 4, 15)... Así una gran concordia y una serena armonía formarán «el vínculo de la paz» (Ef 4,3), que los unirá entre ellos y los hará vivir con trasparencia y sencillez bajo la mirada benévola de Dios. Lo esencial, evidentemente es perseverar en la oración. Además una sola cosa es condición: cada uno debe poseer en su corazón el tesoro que es la presencia viva y espiritual del Señor. El que trabaja, ora, lee, debe poder decir que posee el bien imperecedero que es el Espíritu Santo.

10:57 a.m.
Oré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: "¡Ah, Señor, Dios, el Grande, el Temible, el que mantiene la alianza y la fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos! Nosotros hemos pecado, hemos faltado, hemos hecho el mal, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y tus preceptos. No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país. ¡A ti, Señor, la justicia! A nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como les sucede en este día a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países adonde tú los expulsaste, a causa de la infidelidad que cometieron contra ti. ¡A nosotros, Señor, la vergüenza reflejada en el rostro, y también a nuestros reyes, a nuestros jefes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti! ¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él! Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas.

Hermanos Franciscanos

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