Ártículos Más Recientes

10:49 a.m.
Dios es. La fe cristiana añade: dios es como Padre, Hijo y Santo Espíritu, uno en tres personas. En la cristiandad un silencio molesto rodea este centro de su fe. ¿La Iglesia no ha ido demasiado lejos? ¿No valdría más dejarlo como una cosa muy grande, muy impenetrable, de carácter inaccesible? ¿Por otra parte, tal realidad puede significar algo para nosotros? Por cierto, este artículo de fe nos expresa en cierto modo que Dios es Todo Otro, que es infinitamente más grande que nosotros, que sobrepasa todo nuestro pensamiento, todo nuestro ser. Pero si no tenía nada que decirnos, su contenido no nos habría sido revelado… ¿Qué significa esto? Comencemos allí dónde Dios también comenzó: él se llama Padre. La paternidad humana puede dar una idea de lo que es. Pero allí dónde no hay más que paternidad, allí dónde la paternidad se vive más como un fenómeno biológico más que humano y espiritual, hablar de Dios Padre, es una forma de hablar vacía… Allí dónde la paternidad no aparece más que como azar biológico sin recurso humano o como tiranía que hay que rechazar, está herida la estructura profunda del ser humano. Para ser plenamente hombre necesitamos de un padre con verdadero sentido del término: una responsabilidad frente al otro, sin dominar al otro pero devolviéndole su libertad; es decir un amor que no desea tomar posesión del otro sino que le quiere en su verdad más íntima, que está en su creador. Esta manera de ser padre sólo es posible con la condición de aceptar de ser hijo; aceptar la palabra de Jesús: "Vosotros tenéis un solo Padre, el que está en los cielos" (Mt 23,9), es la condición interior para que los hombres puedan ser padres de la mejor manera… Hay que completar nuestro pensamiento: el hecho de que en la Biblia Dios aparece fundamentalmente bajo la imagen de Padre incluye el hecho de que el misterio del maternal también, está presente en él en su origen… No es una abstracción que el hombre es "imagen de Dios" (Gn 1,27) - esto nos presentaría sólo a un Dios abstracto. El lo es en su realidad concreta, es decir en la relación.

11:39 p.m.
Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.


Oración introductoria


Señor, dame tu gracia para darme cuenta que tú estás realmente presente en todo momento de mi vida, que nunca me olvide que estás junto a mí y que eres el huésped de mi corazón. Dame tu gracia para ser dócil a tus inspiraciones, a tus sugerencias para identificarme contigo, para confiar plenamente en tu voluntad y tus designios, especialmente cuando son contrarios a mis puntos de vista. Transforma mi corazón para que sepa amar de verdad, desinteresadamente, para descubrirte en quien me humilla y ofende y para ser un reflejo de tu ternura para los más débiles y necesitados. Que María, nuestra Madre, me lleve siempre de la mano para caminar junto a ti.


Petición


Señor que vea en cada sufrimiento, en cada incomodidad, en cada contratiempo una oportunidad para corresponder a tu infinito amor por mí.


Meditación del Papa Francisco


En estos días, Jesús les ha repetido con insistencia la invitación a ser sus discípulos misioneros; han escuchado la voz del Buen Pastor que les ha llamado por su nombre y han reconocido la voz que les llamaba. ¿No es verdad que, en esta voz que ha resonado en sus corazones, han sentido la ternura del amor de Dios? ¿Han percibido la belleza de seguir a Cristo, juntos, en la Iglesia? ¿Han comprendido mejor que el evangelio es la respuesta al deseo de una vida todavía más plena? ¿Es verdad? […] Pidamos a la Virgen que nos ayude también a nosotros a llevar la alegría de Cristo a nuestros familiares, compañeros, amigos, a todos. No tengan nunca miedo de ser generosos con Cristo. ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y generosidad, para que todos los hombres y mujeres encuentren al Señor. (S.S. Francisco, 28 de julio de 2013).


Reflexión


"Yo soy el buen pastor". Esta afirmación es una de las más bellas del evangelio, pues refleja con muchísima claridad el corazón de Cristo. No fue sólo un título usado por Cristo para describir su misión, sino algo que llevó a cabo, de allí que sus primeros discípulos hayan resumido su vida con esta frase: "pasó haciendo el bien" (Hch 10, 38). Cristo pasa todavía por nuestras vidas haciendo el bien como hace dos mil años, Cristo sigue tocando a la puerta de nuestro corazón para que nos abramos a la conversión cómo lo hicieron Mateo, María Magdalena, el buen ladrón, Cristo sigue sufriendo su Via Crucis cuando nosotros lo ofendemos y no somos capaces de amar como Él, pero Cristo, también, se alegra hoy cuando ve al hijo pródigo regresar a casa porque Él es el buen pastor.


"Conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí". Cristo nos ama porque nos conoce, porque nuestra grandeza y nuestra miseria no son desconocidas para Él, precisamente, porque nos conoce, vino a este mundo para salvarnos, porque nos conoce quiso quedarse en la eucaristía y dejarnos su perdón en el sacramento de la penitencia. Pero ahora nos debemos preguntar ¿Realmente conozco a Cristo? ¿Realmente lo conozco como el buen pastor? Que nunca nos olvidemos que Dios, que se ha revelado por Jesucristo, es Amor, es misericordia, comprensión y perdón.


El profeta Ezequiel decía: Porque así dice el Señor Yavé: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré... Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada..., buscaré la oveja perdida, traeré a la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma... apacentaré con justicia. (Ez 34, 11, 15-16). Que este evangelio sea para nosotros una invitación a ser también los buenos pastores para con nuestros hermanos los hombres, que con sus nombres y apellidos se cruzan todos los días por nuestras vidas. Que realmente seamos ese bálsamo que sane sus heridas, que cure sus almas atribuladas por el dolor, la tristeza, el odio. Que les demos de comer manjares de eternidad con nuestra palabra y testimonio de cristianos auténticos. Que al final nuestras vidas se puedan resumir al igual que la de Cristo: Pasó haciendo el bien.


Propósito


Buscar reflejar a Cristo, Buen Pastor, preocupándome más por los demás que de mí mismo.


Diálogo con Cristo


Jesús manso y humilde de corazón has mi corazón semejante al tuyo. Que tú seas siempre mi modelo y mi guía a lo largo de mi vida, que siempre camine a tu lado y que nunca me separe de ti. Por último, te pido Señor que me des la fortaleza que necesito para ser tu apóstol que no se canse de gritar a este mundo que tú eres el único que da sentido a nuestras vidas, que tú eres el único que me conduce a la verdadera felicidad.


Al meditar en el Evangelio del buen Pastor, pidamos al Señor que abra cada vez más nuestro corazón y nuestra mente para escuchar su llamada. En verdad, Jesús "nos conoce" más profundamente de lo que nos conocemos a nosotros mismos, y tiene un plan para cada uno de nosotros. También sabemos que donde él nos llama encontraremos felicidad y realización personal, pues nos encontraremos a nosotros mismos. (Benedicto XVI, 10 de mayo de 2009)



May 11, 2014 at 11:31PM

10:56 a.m.
En aquellos días: Los Apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la Palabra de Dios. Y cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes de origen judío lo interpelaron, diciéndole: "¿Cómo entraste en la casa de gente no judía y comiste con ellos?". Pedro comenzó a contarles detalladamente lo que había sucedido: "Yo estaba orando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuve una visión. Vi que bajaba del cielo algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas, que vino hasta mí. Lo miré atentamente y vi que había en él cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles y aves. Y oí una voz que me dijo: 'Vamos, Pedro, mata y come'. 'De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni impuro'. Por segunda voz, oí la voz del cielo que me dijo: "No consideres manchado lo que Dios purificó". Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo. En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea para buscarme. El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel hombre. Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole: 'Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro. El te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia'. Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo hizo al principio sobre nosotros. Me acordé entonces de la palabra del Señor: 'Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo'. Por lo tanto, si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?". Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios, diciendo: "También a los paganos Dios les ha concedido el don de la conversión que conduce a la Vida".

10:56 a.m.
Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios? Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas. Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara, Señor, Dios mío.

10:56 a.m.
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".

Hermanos Franciscanos

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