19° Domingo Tiempo Ordinario

11:58 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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19° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Mateo 14, 22-33

Después de repartir los panes a la multitud, mandó Jesús a los discípulos que se embarcaran y se le adelantaran a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después que despidió a la gente, subió a la montaña, a un sitio apartado, para orar. Cuando anocheció, estaba Él solo allí. La barca ya se había alejado mucho de tierra, y las olas la sacudían violentamente, pues el viento era contrario. A la madrugada se les presentó Jesús caminando sobre el lago. Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron pensando que era un fantasma y del miedo gritaron. Pero Jesús les habló en seguida: “¡Calma, soy yo: no tengan miedo!”. Pedro, entonces, le dijo: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti caminando sobre el agua”. Jesús le dijo: “¡Ven!”. Pedro se bajó de la barca y fue caminando sobre el agua hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento, le dio miedo y empezó a hundirse. Entonces gritó: “¡Señor, sálvame!”. Jesús extendió inmediatamente la mano, lo sostuvo y le dijo: “¡Desconfiado! ¿Por qué dudaste?”. Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Los que estaban en la barca se postraron delante de Él diciendo: “¡Verdaderamente eres el Hijo de Dios!”.

Reflexión
Es fácil ver en el episodio de hoy una imagen de las numerosas tempestades que ha tenido que sufrir la comunidad de Jesús a lo largo de los siglos, con vientos realmente contrarios. También las que sufre cada uno de nosotros, en algún momento de la vida, hasta el punto de que nuestra barca personal también amenaza a veces con irse a pique por las circunstancias contrarias internas o externas. A la Iglesia se la ha comparado desde siempre con una embarcación, “la barca de Pedro”. Todos sabemos que ha tenido tempestades fuertes a lo largo de los siglos y sigue teniéndolas ahora: a veces combatida desde fuera, con vientos fuertes y olas encrespadas, y otras desde dentro, con “mar de fondo”. También tenemos la experiencia de que a veces nos vienen a los labios oraciones como la de Pedro: “Sálvanos, Señor, que perecemos”.
Jesús, hombre de oración. Jesús ora en la soledad y en la noche, a la hora de las comidas. Con ocasión de los acontecimientos más importantes: el bautismo, antes de escoger a los Doce, antes de enseñar a orar, antes de la confesión de Cesarea, en la transfiguración, en el Getsemaní, sobre la cruz. Ruega por sus verdugos, por Pedro, por sus discípulos y por los que lo seguirán. Ruega también por sí mismo. Enseña a orar, manifiesta una relación permanente con el Padre, seguro de que no lo dejará nunca solo y lo escuchará siempre. Ha prometido seguir intercediendo en la gloria.

Oración
Señor Jesús, a veces estamos llenos de entusiasmo y olvidamos que eres tú la fuente de nuestro gozo. En los momentos de tristeza no te buscamos o queremos que intervengas milagrosamente. Ahora sabemos que nunca nos abandonas, que no debemos tener miedo. La oración es también nuestra fuerza. Aumenta nuestra fe, estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida por tu Reino. Amén.

Acción
Para reflexionar: En los momentos de oscuridad y tormenta interior, ¿cómo reaccionamos? ¿Cómo integramos en nuestra vida la ausencia y la presencia del Señor? ¿Qué lugar tiene en nuestra jornada la oración personal, el diálogo con Dios?
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“Nuntium Verbi Dei”
“Mensaje de la palabra de Dios”
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