
Estaba al alba María (véase Juan 20,11-18) Estaba al alba María, llamándole con sus lágrimas. Vino la gloria del Padre y amaneció el primer día. Envuelto en la blanca túnica de su propia luz divina - la sábana de la muerte dejada en tumba vacía -, Jesús, alzado, reinaba; pero ella no lo veía. Estaba al alba María, la fiel esposa que aguarda. Mueva el Espíritu al aura en el jardín de la vida. Las flores huelan la Pascua de la carne sin mancilla, y quede quieta la esposa sin preguntas ni fatiga. ¡Ya está delante el esposo, venido de la colina! Estaba al alba María, porque era la enamorada. «¡María!», la voz amada. «¡Rabbuní!», dice María. El amor se hizo un abrazo junto a las plantas benditas; las llagas glorificadas ríos de fuego y delicia; Jesús, esposo divino, María, esposa cautiva. Estaba al alba María, para una unción preparada. Jesús en las azucenas al claro del bello día. En los brazos del Esposo la Iglesia se regocija. ¡Gloria al Señor encontrado, gloria al Dios de la alegría, gloria al Amor más amado, gloria y paz, y Pascua y dicha! Estaba al alba María, es Pascua en la Iglesia santa. Amén. [Letra: Liturgia de las Horas. Música: fray Nelson Medina, OP]
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