
Hermanos, al recibir la comunión en la celebración eucarística, no lo hagamos superficialmente, ni con ligereza, casi sin darnos cuenta a quién recibimos. Tampoco seamos rigoristas de no comulgar ni siquiera una vez al año, por el hecho de que nos sentimos indignos: ¿Quién sería digno de recibir a Jesús?.
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