
Feliz el que es educado por ti, Señor, aquel a quien instruyes con tu ley, Le das calma en los días de desgracia, mientras cavan la tumba del malvado. Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán. Si el Señor no me hubiera ayudado, ya estaría habitando en la región del silencio. Cuando pienso que voy a resbalar, tu misericordia, Señor, me sostiene;
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