
Bendito sea el Señor, mi Roca, el que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha. El es mi bienhechor y mi fortaleza, mi baluarte y mi libertador; él es el escudo con que me resguardo, y el que somete los pueblos a mis pies. Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas, porque tú das la victoria a los reyes y libras a David, tu servidor. Líbrame de la espada maligna
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