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Fuente: https://www.spreaker.com/user/fraynelson/365-dias-para-la-biblia-dia-129 Fr. Nelson Medina, O.P. lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura. - Día 129 de 365 1 Samuel 9--10 Salmo 120 Marcos 6,1-29 Formación católica todos los días: amigos@fraynelson.com Predicación y más oración: http://fraynelson.com/blog Seguimos el texto de la página web del Vaticano.


10:43 a.m.


Hijos míos: Dios nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. Queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas. En esto reconocerán al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios. Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron decir que vendría y ya está en el mundo. Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque aquel que está en ustedes es más grande que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. Y en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración.

10:43 a.m.


Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.

10:43 a.m.


Amados míos, instruidos sobre los misterios de la gracia divina, celebremos con gozo espiritual el día de nuestras primicias y la primera llamada de las naciones a la fe. Agradezcamos al Dios misericordioso que, según las palabras del apóstol Pablo, «nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido» (Col 1,12-13). ¿No es esto lo que había anunciado el profeta Isaías? «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló» (Is 9,1)... Abrahán vio este día y se alegró al conocer que sus hijos según la fe serían bendecidos en su descendencia, es decir, en Cristo, y de lejos contempló la paternidad que, por su fidelidad, se extendería sobre todas las naciones: «Dio gloria a Dios totalmente convencido que las promesas que Dios le había hecho, se cumplirían» (Jn 8,56; Ga 3,16; Rm 4,18-21). Es este día también el que David cantó en los salmos: «Todos los pueblos vendrá a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre» (Sl 85,9). Y en otra parte: «El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia» (Sl 97,2). Nosotros sabemos que todo eso se realizó cuando los magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para que conocieran y adoraran al Rey de cielo y tierra. La docilidad de esa estrella nos invita a imitar su obediencia y hacernos, en cuanto nos sea posible, los servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo. Cualquiera que en la Iglesia vive con devoción y castidad, cualquiera que aprecie las realidades de arriba y no las de la tierra (Col 3,2), se asemeja a esa luz celeste. Tanto en cuanto mantiene en él el resplandor de una vida santa, como una estrella muestra a los demás el camino que lleva a Dios. Tened todos esta preocupación, amados míos...; brillaréis en el Reino como hijos de la luz (Mt 13,13; Ef 5,8).

Hermanos Franciscanos

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