Verdaderamente amar a Dios, más que un mandamiento, es un privilegio. Si un día experimentamos eso, no cesaremos de darle gracias por el hecho de que nos mande amarle, porque el amor de Dios nunca decepciona.
El Diablo le dio suficientes pruebas de su existencia, al Padre Pío obligándolo a afrontar “ásperos combates”. Tales batallas fueron reconocidas en la correspondencia del fraile y fueron reales combates, siendo algunas con sangre.
DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B Aprendamos de la Sagrada Escritura que nos enseña que el verdadero amor significa preferir a Dios sobre todo, obrar y preservar el bien en toda persona.