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10:59 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

       _”Palabra de Esperanza”_

      

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*Natividad de la Santísima Virgen María*

*El Evangelio de hoy*

*Mateo 1, 18-23*
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

*Reflexión:*

Este pasaje de la historia de José y María nos presenta el desarrollo final de un proyecto maravilloso pensado por Dios, después del pecado de nuestros primeros padres. Dios no estaba dispuesto a dejar que su proyecto de amor para el hombre se arruinara por culpa del pecado y del intruso que había llevado a la muerte a sus creaturas.

Así que fue desarrollando un maravilloso plan que entra en su última etapa con el nacimiento de nuestra Madre Santísima, la purísima Virgen María. Su nacimiento marca el momento en que dicho proyecto inicia su fase de desarrollo. Qué lejos estaban los padres de nuestra Madre santísima de conocer los divinos planes que Dios tenía para su hija, la cual llegaría a ser la madre del Emmanuel, como nos lo indica nuestro texto evangélico. Este proyecto de salvación aún no termina y cada uno de nosotros tiene una participación mucho muy especial, por lo que desde el momento de nuestro nacimiento, Dios puso en nosotros, como en María, todos los dones que necesitaríamos para cumplir este plan. 

Nuestro nacimiento pone en marcha esa parte del plan, en el cual no pueden faltar, a pesar de que en su realización tengamos, momentos de sufrimiento y dificultad. No te asustes ni te angusties en estos momentos difíciles, ya que si para superarlos Dios necesitara enviarte un ángel, no dudes que lo hará. Eres parte de un proyecto y Dios no te dejará solo, como lo hizo con María, solo déjate conducir como ella por el Espíritu Santo. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Madre María, enséñame a ser cómo tú, a tener un corazón dócil, a llenarme de la gracia de Dios y sobre todo, a decir siempre “sí”. Ruega por nosotros, santa madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
*Acción:* 

Hoy imitaré con más tezón tres valores fundamentales en María:

1. Su humildad.

2. Su comunión con Dios.

3. Y su actitud de servicio constante. 

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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10:45 a.m.
Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes. ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.

10:45 a.m.
Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: «Aquí estoy». En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón». Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que desean tu victoria: “¡Qué grande es el Señor!”.

10:45 a.m.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano."

10:45 a.m.
Es justo y necesario darte gracias, Señor, Padre santo, Dios eterno y todopoderoso, por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor... Él vino a este mundo para hacer justicia, de modo que los ciegos vean y los que veían queden ciegos (Jn 9,39). Aquellos que se han reconocido en las tinieblas del error, han recibido la luz eterna que los ha librado de la oscuridad de sus errores. Y los arrogantes, que pretendían poseer ellos mismos la luz de la justicia, han sido sumergidos, con razón, en sus propias tinieblas. Inflados de su orgullo y seguros de su justicia, no han buscado médico para curarse. Hubieran podido tener acceso al Padre por Jesús, que se ha declarado la puerta (Jn 10,7), pero como han prevalecido insolentemente en sus méritos, han mantenido su ceguera. Por ello, venimos humildemente a ti, Padre santo, y sin presumir de nuestros méritos, abrimos ante tu altar nuestra propia herida. Reconocemos las tinieblas de nuestros errores, descubrimos las caídas de nuestra conciencia. Queremos encontrar, te rogamos, un remedio a nuestra herida, la luz eterna para nuestras tinieblas, la pureza de la inocencia en nuestra conciencia. Queremos con todas nuestras fuerzas contemplar tu rostro..., deseamos ver el cielo... Ven a nosotros, Jesús, que rezamos en tu templo, y atiéndenos en este día, tú que no has tenido en cuenta el sábado para hacer milagros... Tú que nos has hecho de la nada, prepara un ungüento y aplícalo sobre los ojos de nuestro corazón... Escucha nuestra oración y elimina la ceguera de nuestros pecados, para que veamos la gloria de tu rostro, en la paz de la bienaventuranza eterna.

Hermanos Franciscanos

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