
=============== Martirio de Carpo =============== En tiempo del emperador Decio, Óptimo era procónsul de Pérgamo; el bienaventurado Carpo, obispo de Gados, y el diácono Papilo de Tiatira, confesores de Cristo los dos, comparecieron ante él, el procónsul dice a Carpo: — ¿Cómo te llamas? — Mi primer nombre, el más bello, es Cristiano. Mi nombre en el mundo es Carpo. — Conoces, ¿no es cierto?, los edictos de los Césares que os obligan a sacrificar a los dioses, amos del mundo. Te mando acercarte y sacrificar. — Soy cristiano. Adoro a Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido a la tierra en los últimos tiempos para salvarnos y librarnos de los engaños del demonio. Así es que no voy a sacrificar a semejantes ídolos. — Sacrifica a los dioses, tal como lo ordena el emperador. — Que mueran los dioses que no han creado el cielo y la tierra. — Sacrifica, el emperador lo quiere. — Los vivos no sacrifican a los muertos. — Así, según tú crees ¿los dioses son unos muertos? — Perfectamente. Y mira como es: se parecen a los hombres, pero son inmóviles. Deja de cubrirlos de honores; puesto que no se mueven, los perros y los cuervos los cubrirán de desechos. — Se trata de sacrificar… Ten piedad de ti mismo. — Es por eso que he escogido la mejor parte. Ante estas palabras el procónsul le hizo colgar… y desgarrar su cuerpo con la uñas de hierro… =============== Martirio de Papilo =============== Entonces el procónsul se giró hacia Papilo, para interrogarlo. — ¿Eres tú de la clase de los notables? — No. — Entonces ¿qué eres tú? — Soy un ciudadano — ¿Tienes hijos? — Muchos, gracias a Dios Una voz desde la muchedumbre gritó: “Son los cristianos a quienes él llama sus hijos.” — ¿Por qué me has mentido diciendo que tienes hijos? — Constata que no miento, sino que digo la verdad: en todas las ciudades de la provincia tengo hijos según Dios — Sacrifica o explícate. — Sirvo a Dios desde mi juventud, jamás he sacrificado a los ídolos; yo mismo me ofrezco en sacrificio al Dios vivo y verdadero, que tiene poder sobre toda carne. He terminado, no tengo nada más que añadir. Lo ataron también a él al caballete y fue desgarrado con las uñas de hierro. Tres equipos de verdugos se relevaban, sin que a Papilo se le escapara ningún gemido. Como un aguerrido atleta, miraba en silencio el furor de sus enemigos… El procónsul les condenó a ser quemados vivos… En el anfiteatro, los espectadores más próximos vieron que Carpo sonreía. Sorprendidos le preguntaron: “¿Por qué sonríes?”. El bienaventurado respondió: “Veo la gloria del Señor, y estoy lleno de gozo. Heme aquí libre desde ahora; ya no volveré a conocer vuestras miserias”… =============== Martirio de Agatónica =============== Una mujer que asistía al martirio, Agatónica, vio la gloria del Señor que Carpas decía haber contemplado. Comprendió que era un signo del cielo, y rápidamente gritó: “Este festín se ha preparado también para mí… Soy cristiana. Nunca he sacrificado a los demonios, sino solamente a Dios. Muy a gusto, si soy digna de ello, seguiré las pisadas de mis maestros, los santos. Es mi mayor deseo”… El procónsul le dijo: “Sacrifica, y no me obligues a condenarte al mismo suplicio”. — Haz lo que te parezca bien. He venido a sufrir por el nombre de Cristo. Estoy dispuesta. Al llegar al lugar del suplicio, Agatónica se quitó los vestidos y, muy gozosa, subió a la hoguera. Los espectadores estaban admirados de su belleza; y se lamentaban: “¡Qué inicuos juicios y qué decretos tan injustos!”. Cuando sintió que las llamas tocaban su cuerpo, grito por tres veces: “Señor, Señor, Señor, ven en mi ayuda. Es a ti a quien recurro”. Estas fueron sus últimas palabras.
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