¡Feliz el hombre que corriges, Señor, y al que tú enseñas tu Ley! Le das calma en los días de desgracia, mientras cavan la tumba del malvado. Pues el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona a los suyos. Retornará el poder al que es Justo y con él, a los de recto corazón. Apenas dije: «¡Vacilan mis pies!» tu bondad, Señor, me reafirmó. Cuando las preocupaciones me asediaban, tus consuelos me alegraban el alma. February 16, 2014 at 05:00PM
Publicar un comentario