En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy. Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino. Ella salió a preguntarle a su madre: ¿qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Oración introductoria
Creo, Señor, en Ti. Eres mi Padre, me amas y me buscas en esta oración para que sepa moldear mi vida según tu Palabra. Que la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo guíe mis actividades de este día para ser, como san Juan Bautista, un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Petición
Jesús, ayúdame a prestar hoy mucha atención para oír tu voz que me llama en mi conciencia.
Meditación del Papa
Es acaso coherente profesar nuestra fe el domingo en el templo y luego, durante la semana, dedicarse a negocios o promover intervenciones médicas contrarias a esta fe? ¿Es quizás coherente para católicos practicantes ignorar o explotar a los pobres y marginados, promover comportamientos sexuales contrarios a la enseñanza moral católica, o adoptar posiciones que contradicen el derecho a la vida de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte natural? Es necesario resistir a toda tendencia que considere la religión como un hecho privado. Sólo cuando la fe impregna cada aspecto de la vida, los cristianos se abren verdaderamente a la fuerza transformadora del Evangelio. [...] En una sociedad que da mucho valor a la libertad personal y a la autonomía es fácil perder de vista nuestra dependencia de los demás, como también la responsabilidad que tenemos en las relaciones con ellos. Benedicto XVI, 16 de abril de 2008.
Reflexión
"Quien me reconocerá delante a los hombres, también yo lo reconoceré delante a mi Padre que está en los cielos".
La obra de la redención, el triunfo del Reino Amor sobre el de las tinieblas se realiza en medio de la pobreza y de la persecución. Así llevó a cabo su misión el mismo Cristo, así cumplió su misión también Juan el Bautista. A los ojos del mundo parece un derrotado: prisionero, aborrecido por los poderosos según el mundo, decapitado, sepultado.
Y sin embargo, es precisamente ahora, cuando la semilla que cae en tierra y muere, comienza a dar sus frutos. Esta derrota aparente es tan solo la antesala, el preludio de una victoria definitiva: la de la Resurrección. Entonces le veremos y ésa será nuestra gloria y nuestra corona.
Nuestra vida de cristianos, si es una auténtico seguimiento de Cristo, es una peregrinación “en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”. Sí, llegan los ataques, las calumnias, las persecuciones... pero ellos son sólo una señal de que vivimos el amor, animados por el Espíritu Santo.
Pero, si somos de Dios, si Dios nos ama y somos su pueblo... ¿Qué otra cosa importa? Él nos ama y nos quiere ver semejantes a su Hijo, como una hostia blanca dorándose bajo el sol. Sólo nos toca abandonarnos confiadamente entre sus manos, para que así pueda transformarnos en Cristo.
Propósito
Pedirle a Dios la valentía de Juan Bautista para defender mi fe cristiana y fidelidad a su Iglesia.
Diálogo con Cristo
Jesús, la vida que ofreces a tus seguidores no es una vida fácil. Es un estilo de vida que necesita el valor y la renuncia. Es una conquista del mundo que empieza cuando me venzo a mí mismo, por amor a Ti; porque tengo que dejar todo lo que me lleva al pecado. Por intercesión de san Juan Bautista te imploro la gracia de la fidelidad.
En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!
Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
Oración introductoria
¡Oh! Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, dirige mi corazón para actuar siempre de cara a la verdad. ¡Oh! Espíritu de santidad, ven y renueva mi intención. Ven, Espíritu de amor, enséñame a orar.
Petición
Jesús, dame la gracia de buscar siempre la verdad.
Meditación del Papa
Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Cristo, pero, al condenarlo a muerte, dieron cumplimiento de hecho a las palabras de los profetas. Sí, la maldad y la ignorancia de los hombres no es capaz de frenar el plan divino de salvación, la redención. El mal no puede tanto.
Otra maravilla de Dios nos la recuerda el segundo salmo que acabamos de recitar: Las "peñas" se transforman "en estanques, el pedernal en manantiales de agua". Lo que podría ser piedra de tropiezo y de escándalo, con el triunfo de Jesús sobre la muerte se convierte en piedra angular: "Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente". No hay motivos, pues, para rendirse al despotismo del mal. Y pidamos al Señor Resucitado que manifieste su fuerza en nuestras debilidades y penurias. (Benedicto XVI, 26 de marzo de 2012).
Reflexión
Jesús sigue fustigando el pecado de hipocresía. Aparentar por fuera lo que no se es por dentro, como había condenado los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto. Aquí desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad.
¿Se nos podría achacar algo de esto a nosotros? ¿No estamos también preocupados por lo que los demás piensan de nosotros, cuando en lo que tendríamos que trabajar es en mejorar nuestro interior? Sabemos que Dios conoce nuestro interior y no podemos engañarle, por ello vale más ser transparentes ante Dios que aparentar lo que no somos ante los hombres. ¿Sería muy exagerado tacharnos de sepulcros blanqueados?
También conviene evaluarnos en el otro aspecto que Jesús denuncia. ¿Somos personas que de palabra se distancian de los malos como los fariseos de sus antepasados, pero en realidad somos tan malos o peores que ellos, cuando se nos presenta la ocasión? Puede ser que emitamos juicios temerarios contra nuestro prójimo, considerándoles inferiores a nosotros, cuando en realidad lo que Cristo nos pide es perdonar y no pensar mal de nadie. En este caso, Cristo poseía la autoridad para denunciar la actitud hipócrita de los fariseos, sin embargo sabemos por el mandato de Cristo, el de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, a nosotros, no nos compete este derecho.
Diálogo con Cristo
Padre bueno, dame la gracia de salir de esta oración decidido a vivir siempre con autenticidad venciendo el miedo al qué dirán, la rutina o ley del menor esfuerzo, para aspirar a ser tu discípulo y misionero. Aumenta mi generosidad para aportar todas mis cualidades, mi ingenio e incluso mis recursos materiales para llevarte a los demás.
Propósito
Ante las dificultades del día de hoy, recitar la jaculatoria: Cristo, en Ti confío.
En aquel tiempo Jesús habló diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!
Oración introductoria
Oh, Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, limpia mi conciencia para que pueda convivir permanente con tu gracia, te lo pido por intercesión de la Inmaculada Virgen María que supo actuar siempre de cara a la verdad.
Petición
Jesús, ayúdame a vivir según esta regla: «Es bueno lo que me ayuda a cumplir la voluntad de Dios, y malo lo que me estorba».
Meditación del Papa
Tomemos solamente una de sus palabras-clave: la libertad. La experiencia de ser amado hasta el fondo por Cristo le había abierto los ojos sobre la verdad y sobre el camino de la existencia humana; aquella experiencia lo abarcaba todo. San Pablo era libre como hombre amado por Dios que, en virtud de Dios, era capaz de amar juntamente con él. Este amor es ahora la "ley" de su vida, y precisamente así es la libertad de su vida. Habla y actúa movido por la responsabilidad del amor. Libertad y responsabilidad están aquí inseparablemente unidas. Por estar en la responsabilidad del amor, es libre; por ser alguien que ama, vive totalmente en la responsabilidad de este amor y no considera la libertad como un pretexto para el arbitrio y el egoísmo. Con ese mismo espíritu san Agustín formuló la frase que luego se hizo famosa: "Dilige et quod vis fac", "Ama y haz lo que quieras". Quien ama a Cristo como lo amaba san Pablo, verdaderamente puede hacer lo que quiera, porque su amor está unido a la voluntad de Cristo y, de este modo, a la voluntad de Dios; porque su voluntad está anclada en la verdad y porque su voluntad ya no es simplemente su voluntad, arbitrio del yo autónomo, sino que está integrada en la libertad de Dios y de ella recibe el camino por recorrer. Benedicto XVI, 28 de junio de 2008.
Reflexión
Las severas advertencias de Jesús contrastan con la imagen que todos tenemos de Él. El buen pastor, el que va en busca de los pecadores y cura enfermedades, el que da el pan a los que tienen hambre, el que no juzga sino que perdona, incluso a sus enemigos y a los que le maltratan... ¿cómo es posible que sea Él mismo el que se muestre inflexible y hasta agresivo ante los fariseos y escribas?
¡Hasta cuándo he de soportaros! Exclamó Jesús... y no es para menos. Porque cuando juzgamos excesiva la reacción del maestro, ¿no será acaso porque no tenemos en cuenta todo lo que Él ha hecho por aquellos hombres? Sin embargo, su respuesta fue la incredulidad más hiriente y ciega. Resistir a la gracia, al Amor, quizás es el pecado más grande...
A veces, nos salta la tentación de juzgar también nosotros al Señor. No creemos que lo que nos ocurre sea justo. Nos parece excesivo, insoportable un problema, una enfermedad o la situación familiar de un amigo. Culpamos a Dios de todo esto y le negamos en nuestro interior porque Él no evitó tal circunstancia o no escuchó nuestras oraciones.
Quizás, si somos de verdad sinceros con nosotros mismos, nos comportamos con la misma dureza con la que creemos se comportó Jesús.
Propósito
Buscar «ser» más y mejor persona, en vez de hacer cosas para «parecer» buen cristiano.
Diálogo con Cristo
Oh, Espíritu de santidad, ven y renueva mi corazón en esta oración. Ven, Espíritu de amor, de paz, y enséñame a ser auténtico y coherente con mi fe para llegar a ser benevolente, lleno siempre de amor y comprensión con todos, especialmente con los más cercanos. Ayúdame a corresponderte con un amor fiel, verdadero y apasionado.
Suscríbase aquí
para recibir el Evangelio meditado y otros servicios en su e-mail
En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!" ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: "Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado." ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
Oración introductoria
Qué triste pero real es constatar que hoy se sigue repitiendo la misma escena. Cuántas personas se alejan de la Iglesia por el pobre testimonio que damos. Ayúdame, Señor Jesús, a hacer esta oración para que mi corazón escuche y mi generosidad crezca a fin de poder responder a todas las luces de tu Espíritu Santo.
Petición
Padre mío, aumenta mi fe para que pueda crecer mi amor al prójimo.
Reflexión
Nosotros sabemos que la autenticidad de nuestra fidelidad al Evangelio se verifica también en base a la atención y a la solicitud concreta que nos esforzamos en manifestar hacia el prójimo, especialmente hacia los más débiles y marginados. Así, el servicio caritativo, que puede desarrollarse en una multiplicidad de formas, se convierte en una forma privilegiada de evangelización, a la luz de la enseñanza de Jesús, que considerará como hecho a si mismo cuando hayamos hecho a nuestros hermanos, especialmente al más "pequeño" y desatendido. Para que nuestro servicio no sea sólo acción filantrópica, aunque útil y con mérito, es necesario alimentarlo con la oración constante y la confianza en Dios. Es necesario armonizar nuestra mirada con la mirada de Cristo, nuestro corazón con su corazón. De esta manera, el apoyo amoroso, ofrecido a los demás se traduce en participación y en un compartir consciente de sus esperanzas y sus sufrimientos, haciendo visible, y diría que casi tangible, por una parte la misericordia infinita de Dios hacia cada ser humano, y por otra, nuestra fe en Él. Benedicto XVI, 3 de abril de 2009.
Reflexión apostólica
Una de las virtudes humanas más apreciadas por la mayoría de las personas es, sin duda, la coherencia de vida. En la misma vida de Jesús podemos ver un gran ejemplo de coherencia humana, pues Él actúa lo que predica.
Siendo Jesús una persona humanamente bien formada, con principios y valores rectos, la actitud de los escribas y fariseos le parece de lo más reprochable. Es por eso que Jesús les reprime y recrimina. Jesús es consciente que ellos influyen mucho en los demás, ya que son los jefes de las sinagogas, y viendo que sus actitudes no son las más adecuadas, se decide a actuar para poner solución a la situación. Jesús es el buen pastor que cuida de sus ovejas y no las deja solas. Pueden parecer duras las palabras que les dirige, pero lo hace con dos intenciones: la primera es llegar a las conciencias de los escribas y fariseos para que recapaciten su forma de proceder; la segunda, para que las personas que lo escuchan sepan que él ha venido a traer la verdad.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, tú que supiste reprender a los escribas y fariseos con palabras llenas de fuerza y de verdad, danos la gracia de poder escucharte, pues quizá nos estás hablando y no lo hacemos.
Propósito
Rezar un misterio del rosario para pedir de manera especial por todos aquellos que de algún modo son jefes y guías de los demás para que sean realmente personas coherentes y prudentes en sus comportamientos.
Suscríbase aquí
para recibir el Evangelio meditado y otros servicios en su e-mail
Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
Oración introductoria
Gracias, Jesús, por regalarme este momento de oración. Dame la gracia de dejar todo lo demás a un lado, mis preocupaciones, mis pendientes… porque en este momento de oración Tú eres lo más importante. Quiero escucharte profundamente para vivir conforme a tu Evangelio, esa puerta estrecha que me puede llevar a la felicidad por toda la eternidad.
Petición
Jesús, concédeme no buscar la ley del menor esfuerzo. Quiero entrar siempre por la puerta estrecha de la abnegación y del sacrificio.
Meditación del Papa
Durante su última subida a Jerusalén, uno le pregunta: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?". Y Jesús le responde: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". ¿Qué significa esta "puerta estrecha"? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? [...] El mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es "estrecha". No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es "estrecho" porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. [...] Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua caeli, Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la "puerta del cielo" (Benedicto XVI, 26 de agosto de 2007).
Reflexión
El hombre es un ser curioso por naturaleza. Todos queremos saber más y más, y el horizonte de nuestros conocimientos es ilimitado. Recuerdo que, cuando iniciaba mis estudios de filosofía, hace ya muchos años, la primera cosa que me sorprendió fue escuchar que el origen de la filosofía era, precisamente, la curiosidad del hombre, su capacidad de admirarse y de preguntarse sobre el porqué de las cosas. El mismo vocablo "curiosidad" viene del latín, cur, y significa por qué.
Pero yo creo que nuestra curiosidad se agudiza aún más cuando se trata de algo que nos atañe en primera persona o que se refiere a la vida y a la gente que nos rodea. Nos encantaría saber, si nos fuera posible, qué nos deparará el futuro o cuál será el destino de nuestra existencia.
Seguramente por esta misma tendencia de nuestra naturaleza, siempre ha estado tentado el hombre de recurrir a la astrología, a la magia y a las diversas artes adivinatorias, así como también al espiritismo y al contacto con el mundo de los muertos –supuesto o real— para tratar de conocer el propio futuro o la suerte ajena.
Sin embargo, este conocimiento es un misterio velado y vedado para el hombre. El poeta latino Horacio, aun siendo pagano, se atrevió a condenar esta pretensión en una de sus famosas odas: "Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi quem tibi, finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris números" escribía a una de sus amigas en el libro primero de sus "Carmina". Traducido al castellano, sería mas o menos así: No pretendas tú, ¡oh Leucónoe!, conocer qué fin (destino) nos darán los dioses a ti y a mí, pues nos está vedado; ni lo intentes recurriendo a los cálculos de los astrólogos. Como sea, lo mejor es padecerlo, ya sea que Júpiter te conceda muchos inviernos o que éste sea el último... Mira, mientras hablamos, se nos escapa el ambicionado tiempo. Mejor, aprovecha bien el día presente y no seas demasiado crédula del mañana. Por supuesto que nuestro poeta hacía esta recomendación a su amiga Leucónoe desde su filosofía epicúrea: "Carpe diem!", le decía. "¡Aprovecha el presente día!". Bien entendido, es un sabio consejo, con tal que se eviten los abusos en los que con frecuencia caían los seguidores de la doctrina de Epicuro.
En el Evangelio de hoy encontramos el mismo tema. Pero con una visión totalmente cristiana. "Señor, ¿serán muchos los que se salven?" –preguntan los discípulos a nuestro Señor-. Aquí está la eterna curiosidad del hombre por la suerte propia y la ajena. Se trata, nada menos, del destino final y eterno que tocará a cada uno de nosotros. Es una pregunta ligada íntimamente al misterio de la predestinación, que siempre y en todas las épocas de la historia, tanto ha inquietado a filósofos, teólogos, pensadores, e incluso a la gente común y corriente.
"¿Serán pocos los que se salven?". A nosotros nos gustaría recibir algún "adelanto" de los que se van a salvar y de los que se van a perder.
Incluso muchas veces nos hemos preguntado, no con poca curiosidad, si algunos personajes de la historia que, a nuestro juicio, han sido pérfidos, se habrán salvado...
Pero Jesús no satisface la curiosidad de sus oyentes. A nadie le es permitido conocer el propio futuro ni el de los demás. Aparte de innecesario, resulta totalmente inútil preguntarlo. ¿Qué nos ganamos con ello? Lo mejor es conducir nuestra vida coherentemente, como Dios se espera de nosotros. Y la respuesta del Señor va, precisamente, en esta otra dirección: "Esforzaos, más bien –les dice— en entrar por la puerta estrecha". En vez de indagar, en vano, el propio destino, es mucho más sano y prudente tratar de vivir de una manera digna para hacernos merecedores, al final de nuestra existencia, de ese grandísimo bien que todos anhelamos alcanzar: la vida eterna y bienaventurada.
Pero nuestro Señor nos alerta y nos pone en guardia. Ciertamente, no todos se salvarán, por desgracia. "Muchos intentarán entrar –en el cielo, por supuesto— y no podrán". Entonces, los que se queden fuera, comenzarán a llamar a la puerta y a gritar: "¡Señor, ábrenos!". Es muy dramática la escena que Jesús pinta en este cuadro. Aquellos que supuestamente habían sido sus compañeros de viaje y sus amigos, le dirán: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas". Era de esperarse que, como antiguos comensales de Jesús, Él los conocería y los recibiría con los brazos abiertos en la gloria. Pero no siempre sucede así. ¡Qué tragedia cuando, llenos de confusión, escuchen la sentencia de Cristo: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados"!
Para entrar en el cielo no basta haber comido y bebido a la mesa de Cristo, sino haber cumplido sus mandamientos. "No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos –nos recuerda Jesús por boca de san Mateo- sino el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos”. Cuánta sabiduría contiene el refrán popular, que reza: “obras son amores, que no buenas razones”. Por eso, el consejo de Cristo: “¡Entrad por la puerta estrecha!".
La basílica de la Natividad, en Belén, tiene una puerta lateral, muy baja y pequeña. Las puertas principales se cerraron a cal y canto en los tiempos de las Cruzadas para evitar las profanaciones de los musulmanes, que irrumpían en la basílica armados y a caballo. Y así se dejó la puerta de ingreso, que quedó como un verdadero símbolo: el que quiera entrar a adorar al Niño Dios, tiene que agachar la cabeza e inclinarse, en señal de humildad y de abajamiento.
Propósito
Entrar por la puerta estrecha significa, pues, que hemos de acercarnos a Dios por la senda del sacrificio, de la renuncia, la austeridad, la fe, la humildad, la sencillez y el desprendimiento. Si entramos por esta puerta, nuestro Señor nos acogerá con los brazos abiertos en las moradas eternas. Hagamos méritos, ya desde ahora, con nuestras buenas obras.
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le contesta: ¿De qué me conoces?Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.
Oración introductoria
Jesús, eres el hijo de Dios, el rey de mi vida y mi mejor amigo, maestro y pastor. Me tomas de la mano y me conduces al Padre. Me insistes en la conversión, pues sólo un corazón decidido puede a orar en la fe. Ayúdame a orar disponiendo mi corazón para hacer la voluntad del Padre.
Petición
Señor, concédeme buscar la santidad en la coherencia y en el cumplimiento de tu voluntad.
Meditación del Papa
Volviendo a la escena de la vocación, el evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño". Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: "Dichoso el hombre [...] en cuyo espíritu no hay fraude", pero que suscita la curiosidad de Natanael, quien replica sorprendido: "¿De qué me conoces?". La respuesta de Jesús no se entiende en un primer momento. Le dice: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi". Hoy es difícil darse cuenta con precisión del sentido de estas últimas palabras. Según dicen los especialistas, es posible que, dado que a veces se menciona a la higuera como el árbol bajo el que se sentaban los doctores de la ley para leer la Biblia y enseñarla, está aludiendo a este tipo de ocupación desempeñada por Natanael en el momento de su llamada. [...] Concluyendo, podemos decir que la figura de san Bartolomé (Natanael), a pesar de la falta de noticias, nos dice que la adhesión a Jesús puede ser vivida y testimoniada incluso sin realizar obras sensacionales. El extraordinario es Jesús, a quien cada uno de nosotros estamos llamados a consagrar nuestra vida y nuestra muerte. Benedicto XVI, 4 de octubre de 2006.
Reflexión
¿De este pueblo tan pequeño puede salir algo bueno? Estas fueron las palabras que San Bartolomé, también llamado Natanael, dijo a Felipe, sorprendido ante la noticia de que había un gran hombre venido desde Nazaret.
Natanael permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús, alabándole. Cristo demuestra que conoce perfectamente el interior del hombre, y por eso se permite elogiarle en público. ¿Y qué diría Jesús de nosotros? ¿Podría repetir las palabras que dirigió al santo que hoy contemplamos? Y tú, ¿qué opinión tienes de ti mismo?
Lo que en realidad somos está recogido en nuestra conciencia. Ella nos avisa ante la bondad o maldad de nuestros actos, antes y después de hacerlos. Por eso, el que actúa guiado por una conciencia recta, tiene la seguridad de llevar una vida honrada, ante sí mismo, ante los hombres y ante Dios.
Formar una buena conciencia es gran parte del secreto de nuestro obrar. ¿Y cómo se forma? Con criterios objetivos, válidos para todos y siempre. Por ejemplo, los diez mandamientos son la ayuda básica para saber qué debemos hacer y qué hay que evitar. Y una vez que hemos establecido fuertemente los principios, es necesario mantenerse firme en ellos.
Propósito
Restar importancia a mis puntos de vista, para estar más abierto a la opinión de los demás.
Diálogo con Cristo
Jesús, frecuentemente soy escéptico y desconfío en que puedo alcanzar la santidad, porque no me dejo transformar por tu gracia y no cumplo la voluntad de Dios. Por eso te pido, hoy, que abras mi espíritu, mi corazón, mi entendimiento, para que sepa reconocerte siempre y darte el lugar que te corresponde en mi vida.
____________________________
Hoy celebramos a san Bartolomé, apóstol Fue uno de los doce apóstoles. Permaneció con los demás después de la Ascensión de Jesús a los cielos.
Suscríbase aquí
para recibir el Evangelio meditado y otros servicios en su e-mail
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Oración introductoria
Jesús, gracias por recordarme que lo más importante es amarte en los demás. El mantener una relación personal contigo en la oración debe ser la prioridad en mi vida. Creo, espero y te quiero, ilumina mi oración para que el amor me transforme.
Petición
Señor, enséñame a ser fiel y amar a los demás con tu caridad divina.
Meditación del Papa
En la Sagrada Escritura, la llamada al amor del prójimo está unida al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Por consiguiente, el amor al prójimo responde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda en un verdadero amor a Dios. Así es posible para el cristiano hacer experimentar a los demás a través de su entrega la ternura providente del Padre celestial, gracias a una configuración cada vez más profunda con Cristo. Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del fuego de la caridad divina, mediante la oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida centrada en la Eucaristía. Vuestra vida cotidiana ha de estar impregnada de la presencia de Jesús, ante cuya mirada estáis llamados a poner también el sufrimiento de los enfermos, la soledad de los ancianos o las dificultades de las personas con discapacidad. Saliendo al encuentro de estas personas, servís a Cristo: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis" dice el Señor. (Benedicto XVI, 9 de febrero de 2013).
Reflexión:
La religión consiste en amar a Dios. El versículo que cita Jesús (Dt 6, 5) es parte del Shema: el “credo” básico y esencial del judaísmo. Esta frase, con la cual también hoy se da inicio a cada servicio litúrgico hebraico, es el primer texto que todo joven hebreo aprende de memoria. Significa que debemos dar a Dios un amor total, un amor que controla nuestras emociones, que dirige nuestros pensamientos y que mueve cada una de las acciones.
La verdadera religión comienza con el amor y la entrega total de la vida a Dios. Este amor a Dios debe salir de nuestro corazón y convertirse en amor a los hombres. Observemos el orden de los mandamientos: primero debe venir el amor a Dios y después el amor al prójimo. Sólo podemos querer verdaderamente a los hombres si amamos a Dios. Esto sucede porque hemos sido creados a su imagen y semejanza.
También en la sociedad actual el amor a Dios es un factor insustituible. Si eliminamos el amor a Él, con más facilidad se abre el camino a la impaciencia, a la rabia y al odio entre lo hombres. Así, la paz y la convivencia fraternal desaparecen.
Diálogo con Cristo
Jesús, dame la gracia de amar a los demás con todo mi esfuerzo y buena voluntad. Que mi amor no sea sólo un buen, pero vago, deseo sino que se concretice en buenas obras. Quiero contemplarte, experimentar tu cercanía para que pueda aprender a querer a los demás, especialmente a los más cercanos, como Tú me quieres.
Propósito
Examinar mi conciencia y, honestamente, evaluar la espontaneidad, la profundidad y la extensión de mi caridad hacia los demás, especialmente con aquellos que supuestamente amo más.
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».
Oración introductoria
Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
Meditación del Papa
Cómo es posible que este comensal haya aceptado la invitación del rey y, al entrar en la sala del banquete, se le ha abierto la puerta, pero no se ha puesto el vestido de bodas? ¿Qué es este vestido de bodas? En la Misa in Coena Domini de este año, hice referencia a un bello comentario de san Gregorio Magno a esta parábola. Él explica que ese comensal ha respondido a la invitación de Dios a participar en su banquete, tiene, en cierto modo, la fe que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo esencial: el vestido de bodas, que es la caridad, el amor. Y san Gregorio añade: "Cada uno de vosotros, por tanto, que en la Iglesia tiene fe en Dios ya ha tomado parte en el banquete de bodas, pero no puede decir que lleva vestido de bodas si no custodia la gracia de la Caridad". Y este vestido está tejido simbólicamente por dos leños, uno arriba y el otro abajo: el amor de Dios y el amor del prójimo. Todos nosotros somos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en su banquete, pero debemos llevar y custodiar el vestido de bodas, la caridad, vivir un profundo amor a Dios y al prójimo. Benedicto XVI, 9 de octubre de 2011.
Reflexión
Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.
Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.
Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.
Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.
Propósito
Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la reconciliación.
Diálogo con Cristo
Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso
Suscríbase aquí
para recibir el Evangelio meditado y otros servicios en su e-mail
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
Oración introductoria
Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla, Señor, estoy a la escucha.
Petición
Señor, quiero trabajar por Ti, quiero desgastarme por Ti, quiero poner todo lo que soy a tu servicio. Ilumíname para saber cómo y dónde servirte.
Meditación del Papa
La parábola del Evangelio de Mateo sobre los trabajadores llamados a jornada en la viña nos hace comprender en qué consiste esta diferencia entre la justicia humana y la divina, porque hace explícita la delicada relación entre justicia y misericordia. La parábola describe a un agricultor que asume trabajadores en su viña. Lo hace sin embargo en diversas horas del día, de manera que alguno trabaja todo el día y algún otro sólo una hora. En el momento de la entrega del salario, el amo suscita estupor y provoca una discusión entre los jornaleros. La cuestión tiene que ver con la generosidad -considerada por los presentes como injusticia- del amo de la viña, el cual decide dar la misma paga tanto a los trabajadores de la mañana como a los últimos en la tarde. En la óptica humana, esta decisión es una auténtica injusticia, en la óptima de Dios un acto de bondad, porque la justicia divina da cada uno lo suyo y, además, incluye la misericordia y el perdón. Benedicto XVI, 18 de diciembre de 2011.
Reflexión
¿Quién dice que ya no hay trabajo? Jesucristo, en esta parábola, viene a ofrecernos uno: el trabajo por su viña, por su Iglesia. ¿Y con qué moneda nos pagará? Con la vida eterna.
Es necesario ver cuánta necesidad hay en el mundo. No sólo en las misiones; también en nuestra ciudad, en nuestra parroquia, quizás también en nuestra propia familia. Porque a unos les falta el pan y a otros el alimento espiritual, que es la palabra de Dios. ¡Qué importa la edad o los medios que tengamos! Cada uno tiene una vocación muy concreta que Dios le ha regalado, una misión insustituible. ¿Cuál es la mía? Mi primera misión es la de ser cristiano, por algo estoy bautizado. Y un cristiano lo es en la medida que da testimonio con su vida.
¿Hay otras maneras de trabajar en la viña del Señor? Desde luego: la oración, el consejo acertado, la ayuda económica, etc. Hay que echarle un poco de imaginación, y seguro que encontraremos un apostolado que nos venga a la medida. Y si no, pregúntale a tu párroco.
Cristo te necesita. Necesita tus manos, tu inteligencia, tu servicio para hacer algo por los demás. Decídete a ser un apóstol y prepárate para el premio de la vida eterna.
Oración introductoria
Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla, Señor, estoy a la escucha.
Propósito
Renunciar a los sentimientos de descontento y saber agradecer diariamente a Dios, los talentos que me ha dado.
Diálogo con Cristo
Señor, que diferente es tu justicia a la del mundo. Mezquinamente busco la recompensa de lo que hago por el bien de los demás, olvidando que eso que creo que es extraordinario, es simplemente mi obligación. Tú eres infinitamente misericordioso y me colmas con la gratuidad de tus dones. Dame lo único que necesito, la gracia de salir de esta oración decidido a darlo todo por tu causa; a vencer el miedo, la rutina y los cálculos egoístas.
Suscríbase aquí
para recibir el Evangelio meditado y otros servicios en su e-mail
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible». Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. «Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».
Oración introductoria
Señor Jesús, sálvame. Creo en Ti. Espero y te amo sobre todas las cosas. Enciende en mi corazón el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristiano. Dame el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine mi mente para desinteresadamente buscarte en esta oración.
Petición
Señor, dame la valentía para vivir con pobreza de espíritu.
Meditación del Papa
Si Jesús se ha convertido en vuestra esperanza, comunicadlo con vuestro gozo y vuestro compromiso espiritual, apostólico y social. Alcanzados por Cristo, después de haber puesto en Él vuestra fe y de haberle dado vuestra confianza, difundid esta esperanza a vuestro alrededor. Tomad opciones que manifiesten vuestra fe; haced ver que habéis entendido las insidias de la idolatría del dinero, de los bienes materiales, de la carrera y el éxito, y no os dejéis atraer por estas falsas ilusiones! No cedáis a la lógica del interés egoísta; por el contrario, cultivad el amor al prójimo y haced el esfuerzo de poneros vosotros mismos, con vuestras capacidades humanas y profesionales al servicio del bien común y de la verdad, siempre dispuestos a dar respuesta "a todo el que os pida razón de vuestra esperanza". El auténtico cristiano nunca está triste, aun cuando tenga que afrontar pruebas de distinto tipo, porque la presencia de Jesús es el secreto de su gozo y de su paz. Benedicto XVI, 4 de marzo de 2009.
Reflexión
Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.” Sería reductivo si interpretáramos el dejar "todo" de Pedro, como sólo la opción de convertirse en un misionero, o de quien se hace sacerdote o religioso(a). Todo cristiano está llamado de alguna manera a dejar ese "todo" que comienza por dejarse a uno mismo. Cuando Jesús nos llama a amar más y nos invita a una entrega más plena y consciente, lo primero que debemos hacer es rechazar el egoísmo de nuestra vida. Con palabras del Papa Juan XXIII, estamos "metiendo el amor propio debajo de nuestros zapatos". Es nuestro principal obstáculo y lo que impide que el amor de Dios nos alcance y se difunda a nuestro alrededor. Por ello, nuestra recompensa tendrá la medida de nuestro amor a Dios. Cuanto más generoso sea, mayor será ésta.
No se trata de una opción, de una entrega que podemos alcanzar fácilmente por nosotros mismos. Es una invitación que proviene de Dios, que Él sin duda quiere para cada uno de nosotros aunque también nos pida nuestra colaboración. En esto hemos de confiar, pues es Dios quien nos inspira santos propósitos, Él mismo nos asistirá con su gracia y no nos abandonará nunca.
Propósito
Rezar, continuamente, una jaculatoria que me ayude a combatir el desaliento ante las dificultades, con el entusiasmo de mi fe y y de mi amor a Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, que este encuentro contigo me ayude a concretar mi generosidad. Quiero vivir con esa apertura en todas las circunstancias de mi vida, especialmente en las que requiera un especial desprendimiento de mi propio ser, para ponerme a disposición de las necesidades de los demás, sin buscar recompensas efímeras, sino sólo el cumplir, por amor, tu voluntad.