Tenía Abram noventa y nueve años, cuando se le apareció Yavé y le dijo: «Yo soy el Dios de las Alturas. Camina en mi presencia y sé perfecto. «Esta es mi alianza que voy a pactar contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. No te llamarás más Abram, sino Abraham, pues te tengo destinado a ser padre de una multitud de naciones. Dijo Dios a Abraham: «Guarda mi alianza, tú y tus descendientes después de ti, de generación en generación. Esta es mi alianza contigo y con tu raza después de ti, que ustedes deberán guardar: todo varón entre ustedes será circuncidado. Dijo Dios a Abraham: «A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino Sara. Yo la bendeciré y te daré de ella un hijo. La bendeciré de tal manera, que pueblos y reyes saldrán de ella.» Entonces Abraham, agachándose hasta tocar la tierra con su cara, se puso a reír, pues pensaba: «¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?» Y dijo a Dios: «Si al menos aceptaras a Ismael para servir tus designios.» Pero Dios le respondió: «De ninguna manera, pues va a ser Sara, tu esposa, la que te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Estableceré mi alianza con él, y con su descendencia después de él para siempre. En cuanto a Ismael, también te he escuchado. Yo lo bendeciré y le daré una descendencia muy grande y muy numerosa. Será el padre de doce príncipes y haré de él una gran nación. Pero mi alianza la estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz por este tiempo, el año que viene.» Así terminó Dios de hablar con Abraham y se alejó. June 26, 2013 at 05:00PM
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