Ártículos Más Recientes

10:49 a.m.


Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

10:49 a.m.


    La pequeñez humana fue asumida por la grandeza de Dios, nuestra debilidad por su fuerza, nuestra condición mortal por la inmortalidad. Para pagar la deuda de nuestra condición humana, la naturaleza inmutable de Dios se unió a nuestra naturaleza expuesta al sufrimiento. Así, para curarnos mejor, “el único mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesús” (1Tim 2,5) debía, por una parte, poder morir, y por otra, ser inmortal.     Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento (Flp. 2,7), suyo –por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales– fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder... En un nuevo orden de cosas... el que era inaccesible a nuestra mente quiso hacerse accesible el que existía antes del tiempo empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo (Flp. 2,7), el Dios impasible e inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte. La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre.   

10:05 a.m. ,


“A las almas que recen esta Coronilla (a la divina misericordia), mi misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte”. “Escribe: cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso”. Nuestro Señor dijo a Santa Faustina: Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte… Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso. Los sacerdotes se la recomendarán como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más emperdernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia. A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad. #CoronillaDivinaMisericoria #DivinaMisericordia #CoronilladelaDivinaMisericordia


Hermanos Franciscanos

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