Ártículos Más Recientes

11:42 a.m.
Después que murió Nabot, la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: "Baja al encuentro de Ajab, rey de Israel en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot: ha bajado allí para tomar posesión de ella. Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Has cometido un homicidio, y encima te apropias de lo ajeno! Por eso, así habla el Señor: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, allí lamerán tu sangre". Ajab respondió a Elías: "¡Me has sorprendido, enemigo mío!". "Sí, repuso Elías, te he sorprendido, porque te has prestado a hacer lo que es malo a los ojos de Señor. Yo voy a atraer la desgracia sobre ti: barreré hasta tus últimos restos y extirparé a todos los varones de la familia de Ajab, esclavos o libres en Israel. Dejaré tu casa como la de Jeroboám, hijo de Nebat, y como la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi indignación y has hecho pecar a Israel. Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel. Al de la familia de Ajab que muera en la ciudad, se lo comerán los perros, y al que muera en despoblado, se lo comerán los pájaros del cielo". No hubo realmente nadie que se haya prestado como Ajab para hacer lo que es malo a los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. El cometió las peores abominaciones, yendo detrás de los ídolos, como lo habían hecho los amorreos que el Señor había desposeído delante de los israelitas. Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. Entonces la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: "¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no atraeré la desgracia mientras él viva, sino que la haré venir sobre su casa en tiempos de su hijo".

11:42 a.m.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas. ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, y mi lengua anunciará tu justicia!

11:42 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

11:42 a.m.
«En esto reconocemos que estamos en Dios: si en él somos perfectos.» Aquí Juan quiere decir: perfectos en el amor (1Jn 4,17). ¿Cuál es la perfección del amor? Amar a nuestros enemigos y amarlos hasta tal punto que lleguen a ser nuestros hermanos. En efecto, nuestro amor no debe ser un amor según la carne. Ama, pues, a tus enemigos deseando que sean tus hermanos; ama a tus enemigos de manera que se sientan llamados a vivir en comunión contigo. Es así que amó aquél que, colgado de la cruz, decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). A través de una oración cargada de misericordia y de un gran poder, quería arrancarlos de la muerte eterna. Por otra parte, muchos de ellos creyeron y fueron perdonados por haber hecho derramar la sangre de Cristo. Se la hicieron derramar encarnizándose contra él; al creer la bebieron. «En esto reconocemos que estamos en él: si en él somos perfectos.» El Señor nos invita a esta perfección de amor a los enemigos cuando dice: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».

12:30 a.m.
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             ”Verbum Spei”
     ”Palabra de Esperanza”
  
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11° Lunes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.

Reflexión:
Debido a nuestra naturaleza herida por el pecado, siempre ha existido en el hombre lo que se llama venganza. Este es el resumen de la ley del Talion. En tiempos antiguos sirvió esta ley para evitar mayores males del agredido con el agresor, pretendía ser un castigo equitativo. Pero con el tiempo se volvió una venganza deshumanizada y abusiva.
Para Jesús ese principio se opone a la Misericordia, perdón y al heroísmo de quienes quieren ir más allá de toda justicia humana.
Nunca la violencia se resuelve con la violencia. Al contrario, se genera una espiral de violencia que va creciendo, que institucionaliza la violencia y es cuento de no acabar. La brutalidad pretende extinguirse con una brutalidad mayor.
Volver a la ley del Talion, en estos tiempos, significa no haber avanzado en nada. No buscar el diálogo, en lugar de la amenaza; “No tender puentes en lugar de levantar muros”.
El conflicto magisterial se está saliendo de control y ya hay muchas manos metidas que buscan todo, menos una buena solución, el bien y la paz para todos.
No podemos dejar tuertos a los que nos mataron un ojo, porque entonces, los tuertos y los ciegos se multiplicaran. Jesús, en este pequeño pasaje, nos da la fórmula para romper esta espiral: el amor y el perdón. 

Oración:
Señor Jesús, quiero que tu gracia me transforme; dame un corazón apacible y dócil a tu voluntad, que sepa amar y que se aparte de la crueldad, el desinterés, la soberbia y el desamor. Haz mi corazón semejante al tuyo. Amén.

Acción:
Hoy pondré atención a las noticias del día y oraré específicamente por esas situaciones en las que se está sufriendo por la falta de Dios. 
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          ”Nuntium Verbi Dei”
”Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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