
El Espíritu Santo nos dice: No dejéis que vuestro espíritu sucumba a la tentación ni a la tristeza porque el gozo del corazón es la vida del alma. La tristeza no sirve para nada y causa nuestra muerte espiritual. Sucede a veces que las tinieblas de la prueba abaten el cielo de vuestra alma, pero ¡ellas son luz! Es gracias a ellas que creéis aun en la oscuridad; el espíritu se siente perdido, teme no ver ya nunca más, de no comprender ya nunca más. Pero ese es el momento en que el Señor habla y se hace presente al alma; y ésta escucha, comprende y ama en el temor de Dios. Para "ver" a Dios, no esperéis llegar al Tabor (Mt 17,1) siendo así que lo contempláis ya en el Sinaí (Ex 24,18). Progresad con el gozo de un corazón sincero y totalmente abierto. Y si no os es posible conservar esta alegría, cuando menos no perdáis la valentía y mantened toda vuestra confianza en Dios.
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