Despiértate, mi alma, muestra tus obras, que pasen delante de tus ojos y que tus ojos viertan lágrimas. Descubre a Cristo tus actos y tus pensamientos, y serás considerado justo. Responso: Ten piedad de mí, Dios, ten piedad de mí. Mi cuerpo está manchado, mi espíritu agobiado, y estoy cubierto de llagas. Mas, como Médico, Cristo, sana, lava y limpia mi cuerpo y mi espíritu con penitencia, y hazme, Salvador, más puro que la nieve. Pusiste tu cuerpo y sangre por todos, Verbo crucificado: tu cuerpo para renovarme, tu sangre para lavarme, y encomendaste tu espíritu, Cristo, para llevarme al Padre. Has obrado la salvación en medio de la tierra, Creador misericordioso, para que seamos rescatados. Fuiste crucificado de tu propia voluntad en el madero; el Edén cerrado está abierto; todo lo que está en lo alto y abajo, la creación y todos los pueblos están salvados y te adoran. (Salmo 73[74] 12) Que la sangre y el agua que brotaron de tu costado sean para mí una fuente y bebida de perdón, para que sea limpiado, ungido y resfrescado por las dos como por bebida y unción de tus palabras vivientes, oh Verbo. (Juan 19: 34; Hechos 7: 38) La Iglesia ha adquirido tu vivificante costado por cáliz, del cual brota para nosotros el doble torrente de perdón y conocimiento como tipo de los dos testamentos, Salvador nuestro. Responso: Ten piedad de mí, Dios, ten piedad de mí. April 07, 2014 at 05:00PM
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