Mi alma suspira y hasta languidece por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne gritan de alegría al Dios que vive. Hasta el pajarillo encuentra casa, y la alondra un nido, donde dejar sus polluelos: cerca de tus altares, Señor Sabaot, ¡oh mi Rey y mi Dios! Felices los que habitan en tu casa, se quedarán allí para alabarte. Dichosos los hombres cuya fuerza eres tú y que gustan de subir hasta ti. pasan por las murallas una a una, hasta presentarse a Dios en Sión. Vale por mil un día en tus atrios, y prefiero quedarme en el umbral, delante de la casa de mi Dios antes que compartir la casa del malvado. July 30, 2013 at 05:00PM
Publicar un comentario