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Suscríbete a nuestro canal 👉 http://bit.ly/SuscribeteTeleVID 👈 El Padre Fray Luis Enrique Orozco comparte con nosotros el #EvangelioDeHoy Lunes 22 de Julio 2019, Juan Capítulo 20 Versículos 1.11 al 18. Conéctate con la #LectioDivina 📖 http://bit.ly/EvangelioDeHoy Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1.11-18): El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?» Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!» Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."» María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.» #PalabraDelSeñor Eucaristía de hoy: 👉 http://bit.ly/SantaMisaTeleVID 👈 Santo rosario: 👉 http://bit.ly/SantoRosarioCatolico 👈 Un Nuevo Despertar: 👉 http://bit.ly/UnNuevoDespertarTeleVID 👈 Síguenos y haz parte de nuestro canal: YouTube: https://www.youtube.com/c/TeleVID Facebook: https://www.facebook.com/televid.tv Twitter: https://twitter.com/Canaltelevid Página web: http://www.televid.tv/ Haz tus donaciones en: http://televid.tv/donar/


10:48 a.m.


El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

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    El verdadero amante casi no encuentra placer en cosa alguna fuera de la cosa amada. Así “todas las cosas le parecían basura” y lodo al glorioso San Pablo, en comparación con el Salvador (Fil 3,8). Y la sagrada esposa [del Cantar de los cantares] es toda ella para su Amado: “Mi Amado es todo para mí y yo soy toda para Él. (…) ¿No habéis visto al amado de mi alma? (2,16; 3,3)    La gloriosa amante Magdalena encontró, en el sepulcro, unos ángeles que le hablaron en un tono angelical, es decir, con toda suavidad, para calmar la desazón que sentía; mas ella, al contrario, no sintió complacencia alguna ni en la dulzura de sus palabras, ni en el resplandor de sus vestiduras, ni en la gracia celestial de su porte, ni en la simpática hermosura de su rostro, sino que, deshecha en lágrimas, les dijo: “Se han llevado de aquí a mi Señor y no sé donde lo han puesto, y volviéndose hacia atrás vió a su dulce Salvador, pero en forma de jardinero, con lo que se sosegó su corazón, pues toda llena de dolor por la muerte de su Maestro, no quería flores, ni por consiguiente, jardinero. Tenía en su corazón la cruz, los clavos y las espinas, y buscaba a su crucificado. ¡Ah, mi buen jardinero! –dijo ella– si habéis plantado a mi difunto Señor como un lirio hollado y marchito entre vuestras flores, decídmelo en seguida, y me lo llevaré.”     Pero, en cuanto la llama por su nombre, exclama: “Maestro mío.” (…) Ahora bien, para mejor glorificar a su Amado, el alma anda siempre “en busca de su faz” (Sl 104,4), es decir, con una atención siempre más solícita y ardiente, va dándose cuenta de todos los pormenores de la hermosura y de las perfecciones que hay en Él, progresando continuamente en esta dulce busca de motivos que puedan perpetuamente excitarla a complacerse más y más en la incomprensible bondad que ama.

Hermanos Franciscanos

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