Ártículos Más Recientes

10:45 a.m.


Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia. ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy?" ¿Y de qué ángel dijo: "Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo?" Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: "Que todos los ángeles de Dios lo adoren."

10:45 a.m.


¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían en dioses falsos; todos los dioses se postran ante él. Porque tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses.

10:45 a.m.


Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

10:45 a.m.


    Nuestra Señora estaba con San Juan, y, estoy segura, María Magdalena era la primera persona que oía el grito de Jesús: “¡Tengo sed!” (Jn 19,28) Ella conocía la intensidad y la profundidad de este ardiente deseo de Jesús. Os deseaba a vosotros y a los pobres. Pero nosotros ¿tenemos este deseo? ¿Lo sentimos como ella? (...) Tiempo atrás, Nuestra Señora me lo pedía a mí, pero ahora soy yo quien en nombre de María, os lo pido a vosotros y os suplico: “¡Oíd el grito de la sed de Jesús!” Que esto sea para cada uno una palabra de vida. ¿Cómo acercarnos a la sed de Jesús? El secreto es este: cuanto más nos acercamos a Jesús más conoceremos su sed.     “Arrepentios y creed en la Buena Nueva!” nos dice Jesús. (Mc 1,15) ¿De qué hay que arrepentirse? De nuestra indiferencia, de nuestra dureza de corazón. ¿Y que hay que creer? Que Jesús tiene sede de vuestro corazón y de los pobres. Él conoce vuestra debilidad, desea sin embargo vuestro amor. Quiere simplemente que le deis una oportunidad para amaros. (...)     ¡Escuchadlo, escuchadle pronunciar vuestro nombre. Y así, haced que mi alegría, y la vuestra, sea completa (cf 1Jn 1,4).

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