Ártículos Más Recientes

4:56 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*7° Lunes Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Marcos 9, 14-29*
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?” De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso en pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”. 

*Reflexión:*

De nuevo, según el estilo de San Marcos, nos presenta en un solo pasaje una gran cantidad de material para reflexión. Hoy destacaremos únicamente el hecho de la fe que está a la base de todo el relato. Apenas hace unos días reflexionábamos sobre la identidad de Jesús: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, preguntaba Jesús a sus discípulos.

De nuevo aparece, aunque de otra manera, esta pregunta para la multitud. El padre de familia dice: “Si puedes hacer algo por él”; este padre de familia, al igual que muchos de nuestra comunidad cristiana, aún no se ha dado cuenta, que Jesús es verdadero Dios y que, por lo tanto, puede hacer todo (no siempre querrá hacerlo, pero puede hacerlo).

Una de las ideas que nos ha metido el mundo en la cabeza, es que nuestro Dios, es un Dios pequeño, incapaz de resolver nuestros problemas. Esto ha hecho que muchos busquen otros “dioses” para resolverlos, siendo que al final se encontrarán en una situación peor. Jesús es verdadero Dios. Cierto, hay que creer, y creer como creyó la siro fenicia, el ciego y otros más. Puede ser que nuestra fe sea aún pequeña, pidamos hoy con sinceridad a Jesús: ¡Aumenta mi fe! 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, sabiduría que procede del Padre, haz que por el don de tu Espíritu nosotros seamos dóciles a tu llamado y a la voluntad de tu Padre que quiere que tu salvación llegue a todos los hombres por medio del anuncio de la iglesia. Concédenos que comuniquemos al mundo ese conocimiento amoroso que tienes por todos cuantos has ganado con tu sangre derramada en la cruz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
*Acción:* 

El día de hoy miraré con ojos tiernos a cuantos conviven a mi lado, para descubrir en ellos, el cuidado amoroso que Dios les muestra y trataré de imitar a Dios en su cuidado por sus amadas criaturas. 

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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11:40 p.m.

Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, no vengo porque tengo que estar aquí. No vengo porque se siente bien estar aquí… Vengo por el simple hecho que te amo y quiero estar contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?”. De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?”. Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame Tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Si hay algo que me perturba muchas veces es darme cuenta del gran deseo que tengo de amar a Dios y ver que en la realidad, en lo concreto, mi amor es muy pobre.

Me propongo, me esfuerzo, llego a la cima de la montaña y de la nada… vuelvo a caer. Me vuelvo a levantar y la historia se repite… Aquello que creía se fortalecía se hace más débil, más vulnerable, más pobre. Me sigo levantando, pero estoy cansado. Mis deseos de amar no corresponden a la realidad. ¿Qué pasa Señor? Creo, pero muchas veces dudo…Ayúdame.

Toma, Señor, estos deseos de amor. Toma, Señor, este pobre amor. Toma, Señor, estas dudas y transfórmalas en actos de amor. Es lo que te ofrezco… De verdad creo, pero necesito tanto de Ti.

Ayúdame a no enfocar la mirada en mi capacidad de creer y de amar. Dirige esta mirada, no a lo que yo puedo hacer, sino a lo que Tú puedes y quieres hacer con lo poco que te puedo ofrecer.

Dirige a Ti mi mirada, Señor. No dejes que olvide que el amor no consiste en que yo te haya amado, sino en que Tú me amaste primero (1Jn 4, 10).

…En tu mirada quiero descansar.

«¡Hoy es tiempo de misión y es tiempo de valor! valor para reforzar los pasos titubeantes, de retomar el gusto de gastarse por el Evangelio, de retomar la confianza en la fuerza que la misión trae consigo. Es tiempo de valor, aunque tener valor no significa tener garantía de éxito. Se nos ha pedido valor para luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Se nos pide valor para ser alternativos al mundo, pero sin volvernos polémicos o agresivos jamás. Se nos pide valor para abrirnos a todos, pero sin disminuir lo absoluto y único de Cristo, único salvador de todos. Se nos pide valor para resistir a la incredulidad sin volvernos arrogantes.»
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré un momento de mi día para visitar a Jesús en el sagrario para contemplarlo, agradecerle, adorarlo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:10 a.m.
Toda sabiduría viene del Señor, y está con él para siempre. ¿Quién puede contar la arena de los mares, las gotas de la lluvia y los días de la eternidad? ¿Quién puede medir la altura del cielo, la extensión de la tierra, el abismo y la sabiduría? Antes que todas las cosas fue creada la sabiduría y la inteligencia previsora, desde la eternidad. El manantial de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas, y sus canales son los mandamientos eternos. ¿A quién fue revelada la raíz de la sabiduría y quién conoció sus secretos designios? ¿A quién se le manifestó la ciencia de la sabiduría y quién comprendió la diversidad de sus caminos? Sólo uno es sabio, temible en extremo: el Señor, que está sentado en su trono. El mismo la creó, la vio y la midió, y la derramó sobre todas sus obras: la dio a todos los hombres, según su generosidad, y la infundió abundantemente en aquellos que lo aman.

Hermanos Franciscanos

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