Ártículos Más Recientes

11:30 a.m.
Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol del conocimiento del bien y del mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. Y le dio esta orden: "Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte".

11:30 a.m.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! y te envuelves con un manto de luz. Tú extendiste el cielo como un toldo Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo: se la das, y ellos la recogen; abres tu mano, y quedan saciados. Si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra.

11:30 a.m.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos. Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".

11:30 a.m.
Está escrito que sólo la ayuda de Dios salva. Cuando un hombre se da cuenta que ya no hay salvación, se pone a orar. Y cuanto más ora, tanto más su corazón se humilla, ya que no se puede orar y pedir sino es con humildad. “Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.” (Sal 50,19) Mientras no adquiera un corazón humilde, el hombre está expuesto a la dispersión. La humildad recoge su corazón. A un hombre humilde le envuelve la compasión y su corazón percibe la ayuda de Dios. Descubre una fuerza que se levanta en su interior, la fuerza de la confianza. Cuando el hombre experimenta así el auxilio de Dios, cuando le siente cercano y le ayuda, su corazón se llena de fe y comprende entonces que la oración es el refugio y el auxilio, fuente de salvación, tesoro de confianza, puerto seguro, luz de aquellos que viven en las tinieblas, sostén de los débiles, amparo en tiempos de prueba, ayuda en la enfermedad, escudo que libera del peligro en los combates, flecha disparada contra el enemigo. En una palabra, una multitud de bienes le viene al hombre por la oración. Su delicia será la oración. Su corazón queda iluminado por la confianza.

11:28 p.m.

Por: H. Rubén Tornero, LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, graciaspor este momento que me regalas para poder estar contigo. Tú bien sabes lo que hay en mi corazón. En tus manos pongo todo lo que soy y todo cuanto tengo. Sé muy bien que Tú me recibes y me amas tal cual soy; lo creo, pero sé Tú mismo el soporte de mi fe. A Ti te confío todos mis planes y temores, todas mis risas y mis lágrimas, sé muy bien que nunca me abandonarás, pero concédeme la esperanza que necesito para jamás abandonarte. Sólo Tú puedes llenar toda la sed de amor que mi corazón tiene. Concédeme que nunca me detenga, que mi corazón te desee cada día más y que nunca me canse de buscarte hasta el día en que te pueda amar de manera plena en el cielo. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: “Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. y: El que maldiga su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús mío, en mi corazón todavía resuena el reproche que Tú les diriges a los fariseos: «este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí». A primera vista me puede parecer que tus palabras son muy duras, pero que al final los fariseos se lo merecían. Podría quedarme con esa idea y pasar de largo sin prestar atención a la verdadera invitación que Tú le haces a los fariseos: ámenme con todo el corazón.

A veces se me olvida que Tú también amabas a los fariseos. No los considerabas tus enemigos, sino personas amadas por Ti que merecían tanto amor de parte tuya como yo. Si los corriges no es porque quieras fastidiarlos, sino para que ellos también puedan corresponder a tu infinito amor.

Les haces ver, Jesús, que Tú los amas no por lo que hacen, sino por lo que son: Tus hijos. Intentas mostrarles que es importante hacer cosas (purificar las jarras, lavarse hasta el codo...) pero que estas cosas no sirven para nada si no son la respuesta de un corazón que se sabe amado por Ti.

Esto es lo que también me quieres decir a mí. Quieres en primer lugar que yo me sepa amado por Ti, y que en mi corazón se grabe a fuego estas palabras: «Te amo y nada puede hacer que deje de hacerlo».

En segundo lugar, quieres que todo lo que yo haga (ir a la Iglesia, ayudar a los pobres...) sea una amorosa respuesta al infinito amor que me tienes.

«Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen Santa, de darnos un corazón puro, libre de toda hipocresía, este es el adjetivo que Jesús dice a los fariseos: 'hipócritas', porque dicen una cosa y hacen otra. Libres de toda hipocresía para que así seamos capaces de vivir según el espíritu de la ley y alcanzar su fin, que es el amor».
(Ángelus de S.S. Francisco, 30 de agosto de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a ofrecer todos mis actos por la persona que más lo necesite y trataré de recordarla durante el día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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