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12:34 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
        
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 2° Miércoles Cuaresma
El Evangelio de hoy
Mateo 20,17-28.

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
“Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte
y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará”.
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
“¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.

Reflexión:
En la oración algo que debemos aprender: “Es saber pedir” y en el “Padre Nuestro” esta oración contiene “Una jerarquía y prioridades que debe tener nuestra petición”.
La madre de los Zebedeo “Pedía algo bueno” para sus hijos, pero ellos pensaban: “En un Reino Terrenal” por lo tanto ni ella, ni ellos sabían lo que pedían.
Hoy nosotros si “Debemos aprender y a saber pedir.
Que contraste, Jesús hablando de su muerte y resurrección, y ellos “buscando los primeros puestos”.
Y, al pie de la cruz, cuando Jesús es crucificado y esta muriendo, y toda la gente pasa y toma tierra y le pone saliva y se la avientan a Jesús burlándose de El, los únicos que están son su madre, algunas mujeres y el discípulo amado.
Y porque “No pidieron, Señor, quiero que me crucifiquen a tu derecha y mi hermano a tu izquierda”.
El santo Padre Francisco lo dijo muy claramente durante su visita pastoral a México.
La Iglesia no necesita “príncipes” y sucede lo mismo, el hablando de su “pasión y muerte; y los discípulos iban discutiendo entre ellos, sobre quien era el mas importante.
Porque venían peleándose los lugares y los puestos.
Y ¿Yo y Usted, discípulos de Jesús, miembros de la Iglesia, cuerpo místico de Jesús? ¿de que vamos hablando por el camino de la vida, rumbo a la casa del Padre? ¿También queremos ser los privilegiados, de la pastoral parroquial.

Oración:
Señor Jesús, tú nos muestras el camino de la: “Verdadera Grandeza” diciendo: “Yo he venido no para que me sirvan, sino que he venido para servir y para dar mi vida hasta el la muerte”, concédeme un corazón de siervo como el de la Virgen Maria. Amén.

Acción:
Si hay algo que yo debo de aprender de Jesús el día de hoy, es “Ponerme al servicio de los demás, hacerme pequeño y dar mi propia vida por los que están a mi lado”.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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10:56 a.m.
Ellos dijeron: "¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras". ¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan! ¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.

10:56 a.m.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: «Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos.» Líbrame del poder de mis enemigos y de aquellos que me persiguen.

10:56 a.m.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

10:56 a.m.
«Es en vano que madruguéis» (Salmo (126,2)... Así eran los hijos de Zebedeo quienes, antes de haber sufrido la humillación en conformidad con la Pasión del Señor, ya habían escogido su sitio, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Querían «levantarse antes de la Aurora»... También Pedro se había levantado antes de la Aurora, cuando dio al Señor el consejo de que no sufriera por nosotros. Efectivamente, el Señor había hablado de su Pasión que debía salvarnos y de sus humillaciones, y Pedro, que poco antes había confesado que Jesús era el Hijo de Dios, se estremeció ante la idea de su muerte y le dijo: ¡No lo permita Dios, Señor! Sálvate a ti mismo. Eso no puede pasarte.» (cf Mt 16,22). Quería ser más que la Luz, dar un consejo al que es la Luz. Pero, ¿qué hace el Señor? Ha hecho que se ponga detrás de la Luz diciéndole: «¡Quítate de mi vista»... «Ponte detrás de mí para que yo camine delante de ti y tú me sigas. Pasa por el mismo camino que yo, en lugar de querer enseñarme el camino por el que tú quieres andar»... ¿Por qué, pues, hijos del Zebedeo, queréis pasar antes que el Día? Esta es la pregunta que es preciso ponerles; no se van a enfadar porque estas cosas están ya escritas para ellos con el fin de que nosotros sepamos preservarnos del orgullo al cual ellos han caído. ¿Por qué querer pasar antes que el Día? Es en vano. ¿Queréis veros enaltecidos antes de ser humillados? El mismo Señor vuestro, el que es vuestra luz, se humilló para ser enaltecido. Escuchad lo que dice Pablo: «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo... Actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo (Flp 2,6s)

Hermanos Franciscanos

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