Estemos bien atentos porque Dios no suele llegar por la puerta grande, sino por la del servicio, y con frecuencia por las rejas de nuestras ventanas. Cuando llegó por primera vez todos estaban mirando a la puerta de delante, y entró por la de atrás; miraban a las puertas del palacio, y Él entró a la cueva sin puerta de unos pastores.
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