
En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, Francisco subrayó que Dios nos ama con el corazón y no con las ideas. De ahí que haya que pedirle la gracia de llorar ante las calamidades del mundo, de los perseguidos y de quienes mueren en la guerra, porque las bombas se lanzan "como si fueran caramelos"
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