
Nos están diciendo desde la eternidad nuestros parientes y amigos: que procuremos adquirir en este mundo solamente aquellos bienes que ni la muerte puede destruir. Día de perdición es llamado el día de la muerte. Próximo está —dice el Señor— el día de perdición. Y, a la verdad, en aquel día todos los bienes de la tierra, honores, riquezas, placeres, todo ha de desaparecer.
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