
El que celebra solo en el corazón del desierto, él mismo es una asamblea numerosa. Si dos se unen para celebrar entre las rocas, millares y miríadas están allí presentes. Si son tres los que se juntan,hay un cuarto entre ellos. Si hay seis o siete, doce mil millares se han juntado. Si se ponen en fila, llenan el firmamento de oración. Si son crucificados sobre la roca, y señalados con una cruz de luz, se ha fundado la Iglesia. Si están reunidos, el Espíritu planea sobre sus cabezas. Y cuando terminan su oración, el Señor se levanta y sirve a sus siervos (Lc 12,37; Jn 13,4).
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