
Tenía confianza, incluso cuando dije: “¡Qué grande es mi desgracia!”. Yo, que en mi turbación llegué a decir: “¡Los hombres son todos mentirosos!”. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo.
Publicar un comentario