Domingo de la Ascensión del Señor

1:07 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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Domingo Ascensión del Señor
El Evangelio de hoy
Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de los alto”. 
Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.

Reflexión:
La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado.  Se trata de la elevación de Cristo en la cruz y esto significa que anuncia la elevación en la Ascensión del Señor al cielo; y esto tuvo que dejar a los apóstoles y discípulos un sabor agridulce. Por un lado, miraban felices y entusiasmados, a su Maestro, porque había vencido el poder de la muerte y había triunfado sobre sus enemigos. Lo habían visto, glorioso y triunfante, ascender hasta los brazos del Padre. Pero, por otro lado, se miraban a sí mismos y se daban cuenta de que ahora se quedaban solos. Ellos solos, sin la presencia física guiadora y protectora del Maestro, ¿serían capaces de llevar a cabo la difícil tarea que les había encomendado de predicar el evangelio a todas las gentes? Yo creo que el dolor de la ausencia tuvo que dejarles, durante los primeros momentos, desorientados y tristes. Yo creo que a nosotros, a los cristianos de hoy, no debe ser tanto la esperanza en la segunda venida del Señor la que nos anime y nos mueva en nuestro trabajo de cada día, sino la certeza de que el Señor está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, como leemos en el evangelio. Es el Espíritu de Jesús de Nazaret, el Espíritu de Dios, el que queremos que nos guíe y guíe a su Iglesia hoy y siempre, hasta el final de los tiempos.

Oración:
Señor Jesús, aumenta mi fe y mi amor a Ti y a los demás. Ayúdame a vivir esperando el día en que me introduzcas por la puerta grande del amor, por la puerta del Cielo. Amén.

Acción:
A partir de hoy, rezaré la novena Espíritu Santo. El próximo domingo celebraremos su venida y esto le llamamos Pentecostés. O repetiré entre voces de júbilo Dios asciende a su trono.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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