4° Domingo Tiempo Ordinario

12:05 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
        
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4° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, después de que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la escritura que ustedes acaban de oír». Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: «¿No es éste el hijo de José?»
Jesús les dijo: «Seguramente me dirán aquél refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán que era de Siria».
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira y, levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco del monte sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de ahí.

Reflexión:
La presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret levantó murmullos de asombro en la concurrencia. No podían comprender cómo aquel humilde artesano, el hijo de José el carpintero, hablara en aquellos términos y que se aplicara, además, a sí mismo las palabras del profeta Isaías. Son palabras que expresan la grandeza de ese hombre, varón justo, que supo seguir con fidelidad los planes de Dios. Muestran la condición sencilla que quiso asumir él que es el Redentor del mundo.
Las palabras de los paisanos de Jesús muestran una profunda incredulidad. Él les adivina sus pensamientos y les recuerda que sólo en su patria es despreciado un profeta. Al oír esto se llenan de indignación y tratan de arrojar a Jesús por el barranco del monte sobre el que se alzaba Nazaret.
También nosotros, como los paisanos de Jesucristo, vemos a menudo las cosas de Dios con ojos carnales, perdemos la visión de fe y lo trascendental de los acontecimientos, y juzgamos y cuestionamos a la Iglesia con una mentalidad cerrada. Con esta actitud quedamos incapacitados para comprender el hondo sentido de esos acontecimientos que intentamos juzgar. Es cierto que, como Jesús, también la Iglesia y los que la gobiernan presentan a veces un aspecto externo demasiado humano, poco divino. Pero eso no puede ser obstáculo para que nosotros sepamos, por la fuerza de la fe, elevar nuestro punto de vista y juzgar con una visión trascendental y sobrenatural. Sólo así será posible una correcta visión de las cosas que se refieren a Dios y a nuestra salvación eterna.

Oración:
Señor Jesús, dame la fe para saber reconocerte y seguirte con generosidad a donde quiera que vayas.

Acción:
Hoy aceptaré a los demás con sencillez y caridad, sin criticar ni murmurar, tampoco juzgaré por el exterior, porque casi siempre nos equivocamos. El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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