viernes 1 Mayo 2015 : Libro de los Hechos de los Apóstoles 13,26-33.

Del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30
Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.
Oración introductoria
Jesús, creo que eres el que dices ser: Hijo de Dios y Redentor de todos los hombres. Gracias por concederme el don de la fe. Viniste al mundo para que las ovejas perdidas, pudiéramos encontrarte. Gracias. Me diste el conocimiento de saber quién soy y lo que valgo... todo un Dios se hizo hombre para salvarme. Sal hoy a mi encuentro en esta oración para mostrarme el camino que debo seguir.
Petición
Ayúdame, Señor, a saber escucharte siempre que me llames.
Meditación del Papa Francisco
Los "intelectuales" se acercan a Jesús en el templo: son los doctores de la ley. Jesús siempre ha tenido problemas con ellos porque no acaban de entender, daban vueltas sobre las mismas cosas, porque creían que la religión era solo una cosa de cabeza, de leyes. Para ellos, era necesario cumplir los mandamientos y nada más. No se imaginaban que pudiera existir el Espíritu Santo". Interrogaban a Jesús, querían discutir. Todo era cuestión de cabeza, de intelecto. En estas personas, no hay corazón, no hay amor, ni belleza, no hay armonía, es gente que sólo quiere explicaciones.
Jesús les das explicaciones, y ellos, no convencidos vuelven con otra pregunta. Y así: dan vueltas y más vueltas... ¡como dieron vueltas entorno a Jesús toda la vida, hasta el momento que llegaron a prenderlo y a matarlo! Esta gente no abre el corazón al Espíritu Santo, creen que también las cosas de Dios se pueden entender sólo con la cabeza, con las ideas, con las propias ideas. Son gente orgullosa. Creen saberlo todo. Y aquello que para ellos no entra en su inteligencia no es verdad. ¡Y tú puedes resucitar un muerto delante de ellos, pero no te creen!"
Jesús "va más allá" y dice una cosa "muy fuerte": ¡ustedes no creen porque no son parte de mis ovejas! Ustedes no creen porque no forman parte del pueblo de Israel. Se han marchado del pueblo. Están en la aristocracia del intelecto. "Esta postura cierra el corazón. Ellos han renegado de su pueblo".
Esta gente se había apartado del pueblo de Dios y por esto no podía creer. ¡La fe es un don de Dios! Pero la fe viene si tú estás en su pueblo, si tú ahora estás en la Iglesia, si tú te dejas ayudar por los sacramentos, por los hermanos, por la asamblea, si tú crees que esta Iglesia es el Pueblo de Dios. Aquella gente se había apartado, no creía en el pueblo de Dios, creía sólo en sus cosas y así habían construido todo un sistema de mandamientos que echaban fuera a la gente: echaban a la gente y no la dejaban entrar en la Iglesia, en el pueblo. ¡No podían creer! Este es el pecado cuando se resiste al Espíritu Santo.
Pidamos al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo para ir hacia delante en la vida, ser creativos, estar alegres, porque la otra gente no es alegre. Y cuando existe tanta seriedad, no está el Espíritu de Dios. Pidamos pues la gracia de la docilidad y que el Espíritu Santo nos ayude a defendernos de este otro espíritu malo del orgullo, de la soberbia y de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo.
Reflexión
Ahora nos llega el momento de la pregunta decisiva: Jesús, ¿es simplemente un hombre o como el centurión que presenció su muerte nos vemos obligados a responder: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios"?
¿Quién es Jesús? Si Jesús es simplemente un hombre extraordinario, un genio excepcional, un líder fuera de serie que enseñaba los más altos ideales éticos, nunca antes predicados, nos basta con seguir su ejemplo, tratar de imitarle y de cumplir sus enseñanzas. Pero si Jesús es realmente el Hijo de Dios, hecho hombre por amor a nosotros, todo cambia. Y si examinamos su vida y obras con profundidad, humanamente, quitando todo racionalismo, no cabe duda de que Jesús es el Hijo de Dios.
Ante esta pregunta, que ya los judíos se formularon hace dos mil y recibieron la respuesta del mismo Jesús y que hoy dos mil años después, los hombres se siguen preguntando, las posturas se dividen. O se acepta a Jesús o se lucha contra Él, pero no existen posturas fútiles o triviales..
Pero si alguien nos pregunta: ¿Qué es lo único seguro? ¿Tan seguro que podamos entregarnos a ello a ciegas? La respuesta que saldría de nuestros labios sería: el amor de Jesús. Sólo su amor es seguro y total. Porque por el amor de Jesús sabemos que Dios nos ama, porque el Padre y Él son una sola cosa. Porque a fin de cuentas Él es el Hijo de Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, me muestras el camino que debo seguir, si quiero ser feliz. Sin embargo, desconfío en que realmente Tú lleves mi carga. Necesito verte y escucharte, no con mis sentidos sino con mi espíritu, para que cuando vengan los problemas te busque inmediatamente en la oración, porque eres la roca sobre el cual puedo edificar mi vida.
Propósito
Al terminar el día, o cuando pueda disponer de un tiempo, hacer una reflexión sobre mis actividades y, sobre todo, de mis actitudes en el día: ¿seguí la voluntad de Dios?
Para los paises donde no se celebra la Fiesta de San Marcos evangelista:
Reflexión del Evangelio del sábado de la tercera semana de Pascua Juan 6, 60-69
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
Oración introductoria
Señor, me llamas a dedicarme a predicar tu Evangelio. ¡Qué privilegio el poder contribuir en la extensión de tu Reino! Para lograrlo, necesito aumentar mi fe y mi caridad, por ello te pido que esta oración sea el medio para fortalecer mi convicción de ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Petición
Ayúdame, Señor, a saber corresponder, con mi amor y servicio a los demás, el don de tu redención.
Meditación del Papa Francisco
Al celebrar la canonización de un gran misionero del Evangelio, san José Vaz, al igual que muchos misioneros en la historia de la Iglesia, él respondió́ al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos en todas las naciones. Con sus palabras, pero más aún, con el ejemplo de su vida, ha llevado al pueblo de este país a la fe que nos hace partícipes de “la herencia de los santos”. […]
San José Vaz nos da un ejemplo de celo misionero. A pesar de que llegó a Ceilán para ayudar y apoyar a la comunidad católica, en su caridad evangélica llegó a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió́ a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera. San José Vaz sabía cómo presentar la verdad y la belleza del Evangelio en un contexto multireligioso, con respeto, dedicación, perseverancia y humildad. Éste es también hoy el camino para los que siguen a Jesús. Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de san José Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia, que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros.» (Homilía de S.S. Francisco, 14 de enero de 2015).
Reflexión
Nos encontramos en el Monte de los Olivos, en el mismo lugar donde cuarenta días antes, Jesús era entregado por uno de sus discípulos y donde todos los demás le abandonaron. Pero las cosas han cambiado y ya no son los mismos apóstoles de antes, la Resurrección los ha cambiado. Y Jesús se da cuenta de esto, por eso, les da una nueva misión: predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles después de la Resurrección. Y nosotros católicos somos hoy en día esos apóstoles resucitados.
Es verdad que en nuestras vidas hemos abandonado a Cristo muchas veces, pero eso a Jesús no le importa. Él nos llama a predicar el evangelio con un ardor de caridad que nos oblige a transmitir a los demás la verdad que hemos encontrado; nos dará la fuerza para ser tanto de palabra como de obra un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de los apóstoles? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios... Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que les llevó a considerar todo basura y estiércol comparado con Cristo.
Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.
Propósito
Proclamar el Evangelio con mi testimonio y ayudando a los demás, tomando el ejemplo de San Marcos que celebramos hoy.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, para poder evangelizar necesito tenerte en el centro de mi vida. Y eso, ¿qué implica? Tenerte presente a lo largo de todo el día, en mis diversas actividades, para llegar a ser una persona de oración y de acción, que podrá presentar la belleza de tu amor con naturalidad y alegría, con astucia y constancia, de modo que, sobre todo mi testimonio, sea una ayuda para que otros quieran conocerte, amarte y seguirte.
Fiesta de san Marcos, evangelista, que primero acompañó en Jerusalén a san Pablo en su apostolado, y después siguió los pasos de san Pedro, quien lo llamó su hijo. Es tradición que en Roma recogió en su Evangelio la catequesis de Pedro a los romanos y que fue él quien instituyó la Iglesia de Alejandría, en el actual Egipto. († c.68)