Ártículos Más Recientes

11:26 a.m.


Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

11:26 a.m.


El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol

11:26 a.m.


Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre." Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."

11:26 a.m.


Los apóstoles, fieles a la memoria de Jesús, se alegraban de la conversión de nuevos creyentes porque habían encontrado en Él, no solamente el Pastor de sus almas, sino más aún, el Jefe de los pastores. Cuando a Jesús le llegó la hora de volver al Padre y dejar este mundo, quiso escoger y llamar otros «pastores según su corazón» (Jr 3,15). Los escogió libremente con la finalidad de que continuaran su misma misión por el mundo entero, hasta el fin de los tiempos. Serán sus enviados, sus mensajeros, sus apóstoles. No serán pastores más que en su nombre, para el bien del rebaño y por la fuerza de su Espíritu, al cual deberán permanecer fieles. El primero de todos, Pedro, después de la triple profesión de amor a Jesús, es nombrado pastor de sus ovejas y de sus corderos (Jn 21,15). Después todos los apóstoles. Y después de ellos, todavía otros, y todos en el mismo Espíritu. Y todos y en todo tiempo, deberán conducir el rebaño del Señor que les ha sido confiado, no como dominadores, sino como modelos del rebaño (1P 5,3), con total desinterés y con todo el impulso de su corazón. Tan sólo así podrán un día recibir la recompensa merecida, cuando el Jefe de los pastores aparecerá nuevamente.

11:26 a.m.


Cuando llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso. La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Hermanos Franciscanos

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