BREVE RESUMEN DEL TEMA 8 El telón de fondo de la fase de preparación a la confrontación es la predicación de los profetas sobre el Día de Yahveh. Se trata del gran juicio, y por eso conviene delinear el sentido de la justicia en la Biblia. Una palabra que ayuda a acercarnos al concepto semita de justicia es el verbo "ajustar." Hacer justicia, que también se traduce por ajusticiar, justificar, e incluso "vengarse," es ante todo "ajustar" o reajustar las cosas para que no se aparten del plan de Dios. Ser "justificado" o recibir la "justificación" es entonces devolver los pasos del pecado y retornar a la casa del Padre, "a paz y salvo" con Él. El mundo se ha "desajustado" por el pecado. El reloj que marca el día del "ajuste" y de la "justicia" no es externo al actuar humano, sino que debe entenderse la "ira" de Dios como fruto de las consecuencias objetivas de los pecados humanos. Ni Dios ni la historia humana están sujetos a fechas predeterminadas, sino que el ejercicio de la libertad produce distintos frutos y acumula distintos efectos. Y, sin embargo, sabemos con certeza que sí habrá confrontación, en razón de aquello que dijo Cristo, y que se aplica a lo bueno y a lo malo: "al que tiene se le dará; al que no tiene se le quitará." Unos bienes atraen otros, y unos pecados a otros, de modo que es inevitable el crecimiento del trigo tanto como de la cizaña. En Apocalipsis 4 está una visión del trono de Dios, que coincide en muchos elementos con el estilo de Ezequiel. 24 ancianos, representantes de lo más venerable del antiguo y del nuevo Israel, adoran sin cesar a Dios, haciendo eco a los ángeles (en figura de toro, león, hombre y águila) que representan el dominio universal del Creador. ¿Cómo entender la eternidad? La eternidad, propia del Cielo de Dios, no cabe en nuestra imaginación; pero hay tres figuras usuales para describir a qué puede parecerse: el punto, la flecha y el ciclo. El punto representa el asombro, y nos habla del éxtasis; la flecha representa la intensidad infinita; el ciclo habla de la estabilidad y duración. En Apocalipsis 5 aparece el libro de los designios de Dios, sellado con siete sellos; luego aparece el Cordero Degollado, el único que puede desentrañar el sentido de la historia. Al abrirse los sellos se van cumpliendo las grandes imágenes proféticas sobre lo terrible del Día de Yahveh: guerra, muerte, hambre y peste. El séptimo sello abre una nueva etapa, la de las trompetas. MATERIAL COMPLEMENTARIO Te invitamos leer y meditar esta reflexión del papa Juan Pablo II http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/2004/documents/hf_jp-ii_aud_20041103.html * * * Más predicación en: http://fraynelson.com/blog ADEMÁS: Suscríbete gratuitamente a mi boletín diario de evangelización: http://fraynelson.com/suscripciones.html Página de los DOMINICOS en Colombia: http://opcolombia.org
NOVENA A SAN PÍO DE PIETRELCINA - SÉPTIMO DÍA Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ACTO DE CONTRICIÓN. ¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío; por ser tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberte ofendido; también me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA. Bienaventurado Padre Pío, testigo de fe y de amor. Admiramos tu vida como fraile Capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo. El dolor marcó tu vida y te llamamos "Un crucificado sin Cruz". El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón. Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros. Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros. Amén. PALABRAS DEL PADRE PÍO. "Si el pobre mundo pudiera ver la belleza del alma sin pecado, todos los pecadores, todos los incrédulos se convertirían al instante". MEDITACIÓN SOBRE LA PENITENCIA. Conocemos la penitencia como aquel “castigo” que nos impone el Confesor luego de absolvernos de nuestras faltas en el Sacramento de la Confesión. Pero existe también la Penitencia como una serie de diferentes ejercicios penosos que podemos imponernos, con la debida autorización de nuestro director espiritual, para procurar la mortificación de nuestras pasiones y sentidos, como modo de expiación por nuestros pecados ya perdonados. El Santo Padre Pío fue muy penitente y supo vivir en austeras penitencias toda su vida religiosa, sin perder la alegría. ORACIÓN A SAN PÍO. Benditísimo Padre San Pío de Pietrelcina. Tú que has realizado el proyecto de salvación de Dios y has ofrecido tus sufrimientos para desatar a los pecadores de las riendas de Satanás. Ruega a Dios para que los hombres, que no creen, tengan una gran y verdadera fe y se conviertan; arrepintiéndose en lo profundo de su corazón; y que las personas con poca fe mejoren su vida cristiana; y que los hombres justos continúen sobre el camino de la salvación. INTENCIONES. Ahora se dicen las intenciones por las que se ofrece la novena. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS. San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino. Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Alcánzanos una mirada de fe, capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren, el rostro mismo de Jesús. Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón. Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.